José Félix Díaz Bermúdez
Si algo aspiramos los venezolanos es que nuestro país que fue en una época uno de los mejores de América Latina, el más próspero de todos, en el cual existía una democracia que fue referencia para otras naciones, se restablezca con plenitud, que nuestro pueblo eleve su carácter, imponga su voluntad soberana, que se superen los vicios y los males que padecemos, que la lideren políticos responsables, honestos, inteligentes, competentes, servidores públicos útiles a la Nación.
Hoy cuando Venezuela intenta ir a un proceso electoral regional y municipal que debe ser transparente, seguro, libre, creíble, democrático, que responda a todas las garantías indispensables, se presenta en Valencia, capital del Estado Carabobo, una de las localidades estratégicas más importantes del centro de Venezuela, un joven político ya experimentado en la gerencia y en la conducción municipal de la ciudad, me refiero a Santiago Rodríguez Castillo.
Su trayectoria como ciudadano y político es destacada, tiene amplia experiencia de varias administraciones locales en posiciones de planificación, gerencia y dirección, y además una sólida formación académica y profesional de alto nivel, nacional e internacional, en todo lo que representa la gestión de un gobierno.
En la práctica, su relación permanente con la sociedad valenciana, su vinculación con sectores sociales, políticos y empresariales, su acción, liderazgo y presencia en la formación de agrupaciones independientes lo acreditan para la realización de una gestión transformadora, dinamizadora, integradora de Valencia y su gente.
No es un político improvisado, cuestionado y demagogo que se presenta a una justa electoral; es un político serio que conoce en profundidad desde hace muchos años la realidad y las necesidades de su ciudad y que, además, ha intervenido en acciones y políticas para solucionarlas aplicando métodos y procedimientos técnicos de gobierno desde importantes entidades y posiciones de planificación y ejecución en administraciones pasadas. Es un dirigente que fomenta el pluralismo, la participación y una nueva manera de gestionar a la comunidad.
Sabe Rodríguez lo que es la gerencia de un gobierno, la necesidad de administrar y potenciar sus recursos y aplicarlos de manera eficiente y efectiva no solamente al objetivo primordial de mejorar la calidad de vida del pueblo valenciano, sino también de desarrollar áreas de actividad productiva, empresarial, social, urbanística, ambiental y cultural como corresponde a una ciudad moderna sostenible.
Procede de una familia distinguida, meritoria, comprometida con la formación de Venezuela desde la colonia y, en particular, con la independencia del país por estar vinculado a figuras prominentes de nuestro surgimiento republicano y en particular con el Libertador Simón Bolívar. Igualmente su tío, Bernardo Rodríguez Llamozas, fue uno de nuestros altos valores contemporáneos, visionario y realizador del desarrollo de la Venezuela del futuro. Su padre, Jaime Rodríguez Llamozas, académico de la Universidad de Carabobo, fue fundador y conductor de Cámara de la Construcción de Carabobo y Presidente de Fedecámaras regional, pero, por encima de todo, Santiago Rodríguez sabe que se debe a su país, a su Estado, a su ciudad, al pueblo carabobeño y valenciano, que es un político distinto en un país que necesita dirigentes capaces, accesibles, con conocimiento y compromiso social y empresarial, ciudadanos y gerentes que conozcan sus fuerzas colectivas y las vinculen entre sí para alcanzar una acción de progreso y bienestar para todos.
En su concepto, lo expresó recientemente en una entrevista televisiva, es la democracia lo que generará en cambio en Venezuela con un sentido amplio no sólo de la política, sino de la sociedad, la producción, el emprendimiento y la responsabilidad y, en particular, para que Valencia vuelva a ser lo que siempre fue: la capital industrial, empresarial, histórica y turística del centro de Venezuela.
Santiago Rodríguez, si el pueblo valenciano así lo determina, será un excelente Alcalde para la capital de Carabobo, donde Venezuela se hizo libre.
