José Félix Díaz Bermúdez
La estatua ecuestre de Simón Bolívar en Lima es un monumento con historia. El mismo tiene su origen en la disposición que adoptó el Congreso del Perú en el año 1825, en reconocimiento al gran libertador venezolano luego de haber alcanzado la independencia del país con la batalla de Ayacucho, el 09 de diciembre de 1824, en la cual triunfó el ejército libertador comandado por el general Antonio José de Sucre.
Destacados historiadores como el venezolano José Luis Salcedo Bastardo, de grata recordación y quien realizó el prólogo de nuestro libro: «Sucre, Gran Mariscal de América«, comentaba que esa estatua, cuya réplica se encuentra en la Plaza Bolívar de Caracas, se considera una de las más fieles y magníficamente realizada sobre el Libertador.
La misma fue ejecutada por el reconocido artista italiano Adamo Tadolini, y el encargado de la fundición fue el escultor alemán Müller en su taller en Múnich.
El extraordinario monumento llegó al Perú en el año de 1858, fecha en la cual se inauguró solemnemente la cual se encuentra dignamente emplazada al frente del edificio del Congreso de la República en la capital limeña.
La imponente estatua figura entre las más significativas del lugar y, de inmediato, fue objeto de admiración por su representatividad y belleza.
Ahora vamos a narrar la presente anécdota:
Hace pocos días recibí un preciado objeto cargado de simbolismo cuyo trabajo de restauración y enmarcado encomendé hace años a la destacada especialista venezolana María Auxiliadora Fraino.
Me encontraba en París en el año 2008. Caminaba por las cercanías de la Iglesia de Notre Dame, al borde del río Sena, lugar que visité muchas veces durante mi primera residencia en la singular ciudad. Allí entre los puestos tradicionales de libros, entre papeles, grabados, estampas, en medio de la rápida búsqueda por el poco tiempo que disponía en la visita, me llamó la atención una vieja litografía de una estatua ecuestre que tenía el nombre Bolívar con un texto en francés. Era pues una escultura similar a la de Caracas, pero era nada menos y nada más, la estatua ecuestre existente en Lima.
Hoy esa pieza documental extraordinaria y cargada de simbolismo la tengo nuevamente conmigo. Su valor está en lo que simboliza.
La estatua de Bolívar en Lima es una auténtica maravilla. Fue inaugurada en 1858 y, una similar, la de la plaza Bolívar en Caracas, fue inaugurada en el año 1874.
La litografía, estimo, puede ser del año 1860 época en la cual su autor, el francés Charles Riviere (1848-1920), publicó importantes trabajos conjuntamente con la casa de impresión Godard Paris, la cual hizo también numerosos trabajos de este tipo en 1850.
Precisamente varias de la imágenes litográficas de Riviere fueron ejecutadas en ocasión a la Exposición Universal de 1867, de tal manera que fue un notable artista en la materia.
Al margen, citaré un dato necesario sin ánimo polémico para luego realizar una reflexión. Cierta vez el Lima, ciudad que he visitado en la búsqueda de información histórica y de paseo, una bella ciudad con una riquísima arquitectura colonial, me reuní con un general director de un conocido instituto histórico en esa capital. Estuve allí con el objetivo de buscar y revisar cierto material relacionado con la Campaña de Ayacucho. Al conversar sobre las acciones y trascendente obra libertadora de Bolívar y Sucre, mi interlocutor de pronto expresó conceptos indebidos e injustos sobre los personajes a propósito de una de las estatuas entonces donada en esos días por el gobierno de Venezuela a la ciudad de Lima y expresó que: «hay estatuas que quiere el pueblo y otras que son impuestas«. Se refería el director en el primer caso, a la de San Martín existente en una de las plazas principales de la ciudad con el mismo nombre del gran héroe argentino, y en segundo caso, a la de Bolívar.
Ante tan inesperado suceso e injusto señalamiento, me despedí y concluyó la reunión.
La ingratitud siempre ofusca la razón y ofende a la verdad. Algunos, indebidamente, gustan colocar en plano de enemigos a San Martín y a Bolívar, atribuyéndole méritos a uno y restándoselo al otro. Estas pasiones son indignas a la verdad histórica y a la nobleza del Perú.
La estatua ecuestre de José de San Martín fue erigida en el año 1921 en homenaje al centenario de la declaración de independencia del país en el año 1921. Lo expresamos de esa forma porque en la realidad militar y política, el Perú alcanzó la independencia en el año 1824 bajo el comando libertador de Bolívar y de Sucre. Al general San Martín se le reconoció con el alto título de Protector del Perú, y modernamente, tal y como lo señalan los historiadores argentinos, Fundador de la Libertad del Perú.
Por la victoria de Ayacucho, decisiva y final, el Congreso del Perú, entre sus homenajes, dictó el Decreto de Honores y Recompensas, en 12 de Febrero de 1825, entre cuyas disposiciones se encontraban ordenar, entre otras, una medalla en oro en la cual estaría grabado un busco de Bolívar y la siguiente inscripción: «A su Libertador Simón Bolívar«.
Aquí pues la litografía mencionada de esa histórica hermosa y representativa estatua con la que el pueblo peruano honra a su historia, su libertad y al genio que la dirigió, Simón Bolívar.
Esta entrada tiene 2 comentarios
El mérito y la gloria son de Bolívar y Sucre, no de San Martín. Muchos historiadores en Perú le han hecho daño a la verdadera historia del Perú.
Muy cierto tu comentario, gracias por leerlo. Un atento saludo.