Significación de San José

La sociedad judía le atribuía un rol fundamental como formador de la familia, como representante de la tradición, como cumplidor de la ley, como velador y defensor de la creación.

La figura del padre terrenal de Cristo, el recordado y admirado San José, es una de las más importantes de la historia de la vida del Señor, de nuestra religión y nuestra fe, y junto a María, nuestra madre santísima, constituyeron el pilar fundamental que al lado de Jesús conformaron la Sagrada Familia.

En la vida de ambos, la actuación que cumplieron, lo que la biblia y otros textos testimonian, el sentido de la tradición mantenida por siglos, nos presenta en particular en el caso de San José la figura inconfundible de un padre devoto, dispuesto, valiente, que enfrentó las más graves peligros por los suyos.

La tradición judía indica que el hombre proviene de Dios y debe cumplir una misión extraordinaria. Al interrogarse sobre su presencia y significado se señala: “¿Qué es el hombre?, ¿Qué es el ser humano? ¿Por qué lo recuerdas y te preocupas por él? Pues lo hiciste casi como un dios, lo rodeaste de honor y dignidad, le diste autoridad sobre Tus obras, lo pusiste por encima de todo”. (Salmo 8. 4-6.) “Bienaventurado es el hombre que fue creado a imagen divina”. (Talmud).

La sociedad judía le atribuía un rol fundamental como formador de la familia, como representante de la tradición, como cumplidor de la ley, como velador y defensor de la creación. En las circunstancias que la biblia señala en cuanto a la forma como se vincularon María y José; la particularidad de su estado; la manera como evidenció la voluntad de Dios en ella; su respuesta ante la sospecha y el cuestionamiento de la gente; la confianza y compromiso que asumió se puso de manifiesto su determinación, la resolución extraordinaria que tuvo de para formar una familia con ella y apreciar su misión, hermosa, digna, santa y cumplir el mandato y el destino que la providencia le asignó: ser el padre terrenal de Jesús y el esposo de María.

No obstante los breves episodios en los cuales José aparece, su figura se agiganta y es extraordinaria y decisiva, ejemplifica al hombre que responsablemente asumió como lo hizo en circunstancias amenazantes y difíciles, ante la duda de la gente, ante la persecución y la necesidad de huir del territorio cuando se procuraba la muerte del mesías, el resguardo de su familia y la salvación de la vida de María y su hijo.

Junto a la madre, comprendiendo la tarea que se le asignaba, protegió a nuestro Señor, le ofreció su amor, le resguardó valientemente, le acompañó en lugares lejanos y distintos, fue a buscarlo angustiado en el Templo cuando el niño desapareció; veló por su bienestar y lo alegó de sus enemigos, aquellos que no querían que se cumpliesen lo que las escrituras señalaban para la salvación del mundo.

José pues fue ejemplo maravilloso de virtud, José fue ejemplo silencioso y constante de amor.

Se registran sobre él su presencia y sus hechos reveladores de su ser y misión: fue el pilar sobre el cual se levantó la Sagrada Familia, fue su sostenimiento y protección. Jesús aprendió de sus consejos y lecciones la manera de ser hombre, el oficio de carpintero, sencillo, noble, esforzado, aprendió el supremo mandato, aquél que las tradiciones demandaban, de ser sobre todo un hombre de fe, temeroso de Dios, defensor de su familia, un hombre que cumplió admirablemente su destino sagrado para bien de los hombres, el mandato de Dios.

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