Reconocimiento Democrático

José Félix Díaz Bermúdez

 

Se adversa a los gobiernos; se cuestiona a los hombres y a sus dirigentes si es preciso; se respeta al ser humano en todo caso; se enaltece el mérito; se reconoce la victoria; se asume con honradez en la derrota; se evidencia con pensamientos y con obras las virtudes de la democracia como lo hacen las naciones principales, bien conducidas por principios y valores sociales y políticos; se ama a los pueblos sin distingos.

Los Estados Unidos, sus ciudadanos, sus instituciones, acaban de evidenciar, una vez más, que desde su fundación ha sostenido y respetado la alternabilidad de los gobiernos escogidos como resultado de la voluntad popular.

Ante nuestros ojos se ha manifestado un ejercicio democrático admirable mediante el cual un gobierno de signo distinto pero democrático en esencia, admite, reconoce el triunfo de un candidato opositor al cual le fueron rebatidas sus ideas; se examinó su vida pública; se objetaron muchas de sus acciones pero, sin embargo, se le permitió actuar políticamente, recorrer el país, expresarse en los medios, convocar y reunir en todas partes a sus partidarios sin impedimentos, permitiéndose y reconociéndose las garantías propias de la vida política.

Los Estados Unidos, nación hermana, cercana en la geografía, influyente en nuestra historia, vinculada como lo estuvo por tantas décadas a nuestro progreso material, industrial, intelectual, empresarial y tecnológico, nos ha dado una lección de estabilidad, madurez, regularidad y funcionamiento democrático.

El pueblo en distintas ciudades, municipios, estados acudió a votar por millones, se expresó de manera plural, sin ataduras, inclusive alterando la fidelidad a los partidos en regiones que se consideraban afectas a una tendencia y que se pronunciaron a favor de otra.

Donald Trump se propone restablecer el poderío de los Estados Unidos, su importancia y liderazgo en el mundo, impulsar su competitividad, la importancia de sus negocios y de su industria, el empleo, la migración organizada y legal, el bienestar de sus ciudadanos. Él ha logrado recuperar el poder para el Partido Republicano en todas las instancias tanto ejecutivas como legislativas.

Otro de los rasgos admirables de la elección presidencial norteamericana es cómo la tecnología y la comunicación evidenciaron su efectiva utilización cuando por distintos medios se observó la manera pronta del conteo, como de manera abierta se difundía la evolución de los resultados en regiones apartadas y en las grandes urbes, visibles ante todas las audiencias nacionales e internacionales constituyéndose en un alarde comunicacional extraordinario parte de la transparencia y la confiabilidad democrática.

Luego de la derrota, en su primera manifestación pública, Kamala Harris, abanderada Demócrata, se presentó ante el pueblo norteamericano saludando, agradeciendo a la gente, destacando la extraordinaria participación de voluntarios de su campaña y lo hizo visiblemente emocionada y con una expresión cordial.

Manifestó que sentía su corazón satisfecho por la confianza que se depositó en su persona y que no obstante que los resultados no le favorecieron, indicó que: “la luz de la promesa estadounidense siempre va a brillar siempre que sigamos luchando”.

Reconoció con emoción el trabajo de todos los que estuvieron con ella; apreció su campaña como un acto de unidad de su país, sin diferencias, con entusiasmo a favor del futuro.

Gestos y expresiones de odio no salieron de sus palabras. Señaló un elemento muy significativo: “tenemos mucho en común” descartando en mensaje de división y enfrentamiento, y con serenidad y convicción republicana expresó: “hay que aceptar el resultado de las elecciones…, he hablado ya con el ganador de las elecciones, el presidente Trump para felicitarle y le he dicho que le ayudaremos a él y a su equipo en la transición democrática”.

“Un principio esencial de la democracia estadounidense es que cuando uno pierde las elecciones acepta los resultados” diferenciando así la democracia de la anarquía y la tiranía.

Refirió de la misma manera que no se debe tener lealtad hacia un presidente o a un partido: “sino a la Constitución del país”, indicando que: “la lucha por la libertad y la oportunidad, lo justo y la dignidad de todo el pueblo, una lucha por los ideales que son la base de nuestra Nación, es una lucha que no voy a abandonar jamás”. “No abandonaremos la lucha por la democracia, por el Estado de Derecho, por la justicia igual para todos…, tenemos unos derechos fundamentales, unas libertades fundamentales que se deben respetar y que tenemos derecho a disfrutar”. “Cuando luchamos, ganamos”, afirmó.

Los Estados Unidos es la Nación más influyente de la tierra: que lo sea por sus principios de libertad y de democracia, de progreso y de contribución humana, por lo que debe ofrecerse a sí misma, por lo que debe ofrecer a nuestro continente como promotora de los valores del mundo libre, como bien lo afirmaba el presidente Kennedy aquel día en Berlín, ante el totalitarismo comunista en una Alemania dividida.

Donald Trump tiene una oportunidad extraordinaria para sostener los valores fundamentales de la cultura occidental que debemos defender y preservar: justicia, democracia, progreso, igualdad y libertad para todos los pueblos y para la gran Nación estadounidense.

jfd599@gmail.com

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Esta entrada tiene 4 comentarios

  1. ALICIA DURAN-BALLEN

    EXCELENTE TU ARTÍCULO, ESTIMADO JOSÉ FÉLIX!
    SALUDOS Y GRACIAS,
    ALICIA

    1. José Félix Díaz Bermúdez

      Muchísimas gracias apreciada Alicia.

    1. José Félix Díaz Bermúdez

      Muchas gracias apreciada Anaís, síntesis contundente.

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