José Félix Díaz Bermúdez
El pasado mes de noviembre en escenarios diferentes, en Argentina y Venezuela, países signados por la crisis social, económica y política, se produjeron elecciones parlamentarias en el primero y elecciones municipales y regionales en el segundo,.
En Argentina se había anticipado la derrota del oficialismo encabezado por el presidente Alberto Fernández por su Vicepresidenta, la ex mandataria Cristina Fernández y en efecto ocurrió.
La situación del gobierno del presidente Fernández no es nada fácil. Criticado por su gestión durante los dos años precedentes en virtud del crecimiento de la inflación, la pobreza, el precio del dólar sobre la economía, ahora se encuentra en una encrucijada: la presencia de una oposición fortalecida en un país descontento; la existencia de un parlamento en el cual el peronismo dejó de ser mayoría en el Senado; la existencia de un mayor control legislativo sobre los actos del Ejecutivo quedando sólo dos años para el fin de su mandato. Conocida la decisión popular un comentarista expresó : «se le fue el poder a Cristina Fernández» y en efecto así fue.
Ante tales perspectivas, la decisión de los argentinos el pasado 14 de noviembre representa un serio revés para el gobierno: la perdida de todos los distritos importantes entre ellos la Provincia de Buenos Aires y en particular, una prometedora victoria de la coalición opositora «Juntos por el Cambio», lo cual es un mensaje contundente frente a las elecciones presidenciales del 2023.
En Venezuela su parte, el descontento de la población se ha puesto en evidencia en diversas encuestas y, contradictoriamente, la respuesta popular en esta ocasión fue la abstención debido a diversos factores: la falta de credibilidad de los partidos, el desprestigio del gobierno, la ausencia de unidad opositora; las limitaciones crecientes para una efectiva movilización social en las calles, entre otros.
No obstante lo anterior, un elemento de avance fundamental estas elecciones fue la aceptación por parte del gobierno de la presencia de la Misión Electoral de la Unión Europea, que firmó con el mismo un acuerdo en septiembre pasado y que luego de dos semanas en el país su actividad se ha visto descontinuada al no haber sido renovadas las visas de sus integrantes y no poder presentar en el sitio su esperado informe final.
No obstante lo anterior previamente se había realizado un importante pronunciamiento:
«La misión ha confirmado que estas elecciones han supuesto el retorno de la mayoría de los partidos políticos y candidatos a la escena electoral. La presencia de nuestra misión ha permitido entender y valorar mejor las condiciones en que se han celebrado estas elecciones.
Las condiciones electorales en que se han organizado estas elecciones han sido mejores que las de procesos anteriores, en particular gracias a la renovación del Consejo Nacional Electoral, percibido por muchos como el más equilibrado de los últimos veinte años. No obstante, la misión ha observado deficiencias estructurales, como inhabilitaciones políticas arbitrarias de candidatos, desigualdad en el acceso a los medios de comunicación y una vasta utilización de los recursos del Estado durante la campaña electoral».
Criticadas las condiciones y los resultados actuales por un sector de la oposición, con evidentes tendencias y divisiones entre ellos, con factores que cuestionan la conducta del gobierno de transición, la administración y control de los recursos, se está exigiendo la necesidad de establecer una nueva estrategia: la creación de un nuevo Frente de la Oposición que recobre el respaldo popular y las posibilidades democráticas. Así por ejemplo lo ha demandado el dirigente Julio Borges, quien ha renunciado a su cargo como Canciller del gobierno de transición.
Otro a hecho notable a destacar es la firmeza popular en demanda de elecciones en el Estado Barinas en las cuales la oposición afirma haber ganado su candidato pero que una serie de irregularidades intentaron alterar la voluntad social. En tal sentido están previstas nuevas elecciones en el lugar el próximo 09 de enero.
Este proceso electoral con sus fallas y deficiencias que acusan tanto al gobierno como a la oposición, deja entrever que se está formando una nueva realidad política para ambos grupos, y, en tal sentido, la acción internacional debe mantenerse en demanda de mayor calidad y seguridad de las futuras elecciones; la democracia es la alternativa que el pueblo respalda y que las divisiones y problemas tanto en las filas del gobierno como de la oposición son elementos que beneficiarán al que mejor asimile los requerimientos de la Nación, agobiada como está por la crisis que confronta desde hace años.
En ambos países. Argentina y Venezuela, los retos de la democracia son elevados: en el primero, la actuación del organismo electoral fue reconocida y pronta arrojando una importante victoria para la oposición. En cambio en Venezuela, aún cuando el gobierno alcanzó la mayoría de las gobernaciones en un escenario de problemas internos, se demanda la reorganización de la oposición y del propio gobierno de transición que encabeza Juan Guaidó. El Ejecutivo por su parte alentado por esa victoria no puede dejar de advertir los graves problemas del país y su inmensa responsabilidad en cuanto al desarrollo de políticas concertadas para intentar superar el estancamiento y la pobreza que en el país existe con un escaso crecimiento del PIB previsto para el próximo año de un 1%
Para todos es un imperativo que la necesidad de que la democracia sea garantizada y que ella determine el destino futuro de esas y otros Naciones del continente. La democracia no solamente es una necesidad en Venezuela sino un mandato inequívoco de la Constitución.