Carlota Salazar Calderón
Ese Estado como manto protector que hemos diseñado, en el cual forman parte: la sociedad, el régimen político, el sistema político y el gobierno, lo concebimos en términos kelnesiano como un todo. Un Estado que se desdobla en contener los sentimientos ciudadanos y en establecer un orden social, a través de sus instituciones.
Que no se trate de control y dominio. Digo esto porque en Venezuela, para quienes hemos vivido los tiempos de democracia representativa y la mixtura entre representativa y participativa, podemos señalar que esa democracia plural ha existido, sólo en el discurso de los dirigentes políticos y en texto constitucional, no en la realidad. En tiempos de Ad y Copey las organizaciones comunitarias, gremios y sindicatos estaban captadas por esos dos partidos. Ahora en tiempos de Psuv los concejos comunales y comunas están controlados por ese sólo partido político.
Hasta ahora hemos tenido un sistema político de dominación para controlar, gracias al sistema político de cogollos, al cual nos hemos referido en el desarrollo de estos artículos, como un sistema de elites, que asfixia a la sociedad e impide su intervención en los asuntos públicos, en lo que a todos nos interesa, en las cosas que trascienden nuestra individualidad para ascender al bien común. Sistema elitesco y clientelar que ha dejado a la sociedad alejada de las instituciones, del Estado, refugiada en el individualismo, en la viveza, sobreviviendo…
El estado venezolano hasta ahora se ha materializado a través del dominio y no de la fortaleza que le da la sociedad. Una sociedad fuerte es aquella que se basa en las redes de organizaciones sociales que coadyuven al logro de objeticos comunes, para ser libres, para que gobiernen los hombres en expresión de Foucault.
Estamos hablando de un Estado que se nutre del espíritu de la sociedad, no sólo de los seguidores, sino, de los contrarios y que ese sentimiento es la savia del orden social.
Quiere decir, que en Venezuela nunca ha existido un ejercicio plural de la democracia, porque siempre hemos tenido la intervención o del gobierno o los de los partidos políticos en los espacios de organización social.
Este es uno de los cambios que definitivamente debemos abordar y que atiende al espíritu de los tiempos, a la necesidad de participar, pero sin ser utilizado para un objetivo distinto de lograr beneficios para el colectivo, para la comunidad, para el bien todos, para el bien común.
Este cambio del sistema político lo podemos lograr en forma progresiva, evitando la violencia o el conflicto de la lucha por el poder político, para entrar en el espacio del dialogo amplio y sincero. Se trata de un nuevo orden social, un nuevo pacto que en nuestro caso venezolano se traduce en reformular el Poder Ciudadano que sea un Poder Público electo, con presupuesto propio, autonomía de funcionamiento y que se encargue en todo el país de organizar a la ciudadanía para que sea libre, para sus fines, y que además promueva espacios deliberativos de encuentro con los entes públicos; para que realmente tengan influencia en el diseño, ejecución y valuación de políticas públicas.
Consideramos que, si la sociedad cuenta con verdaderos y respetuosos espacios para la participación y la deliberación, lo hacen. Lo hacen, porque han entendido que pese a la diversidad de tendencias hay cosas en común donde se pueden generar consensos.
Para ello el Estado debe ser un elemento educador como lo planteaba Rusell. Un Estado con sentido de formación para la democracia, que eduque al ciudadano, que fortalezca su autoestima.
Un Poder Público que reglamente la utilización de las herramientas de la participación ciudadana: asambleas ciudadanas y cabildos abiertos, para que sus decisiones sean verdaderamente vinculantes, consultas legislativas y populares, propuestas legislativas, convenios de cogestión y autogestión. Un Poder Público que abra espacios para la deliberación donde gobierno y sociedad organizada. Donde se encuentren, para discutir y dialogar sobre los temas que le interesan a la sociedad y así diseñar objetivos comunes. Este Poder Público reformaría el sistema político más no los principios consagrados en la CRBV concretamente una democracia participativa, protagónica, social, descentralizada y plural.
Es importante el fortalecimiento de los consejos comunales, de las asociaciones de vecinos, de defensores de los consumidores, de los usuarios, de los colectivos minoritarios, empresas de propiedad social, establecer mecanismos de consulta permanente con la sociedad; organizaciones que coadyuven a profundizar institucionalmente la democracia participativa.
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