José Félix Díaz Bermúdez
Por la España que amamos; por la España que está aquí y allá; por la España que sentimos; por la España de la sangre y de la historia; por la España de cada uno nosotros; por la España que está en el mar, en la tierra, en los caminos, en los ríos, en todas partes donde esté, oramos, oramos en este momento doloroso, pedimos, esperamos con fe que toda esta la situación inesperada pase, se supere cuanto antes, que las lluvias inclementes que han causado tantas desgracias entre tantos pueblos y familias que conocemos, cesen, terminen y que no vuelvan de ese modo terrible.
Vivimos en Valencia y recorrimos tantas veces sus pueblos, sus calles, sus lugares, dialogamos con su gente, admiramos sus paisajes, percibimos su historia, su cultura, la hidalguía, la belleza de esa tierra maravillosa cuna de héroes, de papas, de soldados, de poetas, de artistas, de tanta gente de bien.
Oramos y una oración maravillosa puede ser el motivo de las peticiones de tantos que unidos, integrados en nuestra fe cristiana podemos alcanzar las bendiciones del cielo, el consuelo para los que han perdido todo, vidas y bienes; el carácter, la determinación, la esperanza, el empeño con los que España, solidaria e integrada, puede superar y lo hará esta momentánea tragedia.
Un santo de nuestra religión, San Gregorio Taumaturgo, su historia, sus hechos, sus acciones, sus milagros que particularmente detuvieron los embates de la naturaleza, puede traernos en esta hora la fuerza espiritual que necesitamos y nos permita obtener la gracia de Dios.
Fue un hombre extraordinario del siglo III, sabio, ilustrado, culto, devoto y defensor de la verdad, que no obstante su formación intelectual supo privilegiar su alma y convertirla en un templo de amor hacia Jesús.
Su vida fue apasionante, rica y significativa hasta el punto de ser considerado uno de los principales pensadores de la Iglesia.
Oriundo de Nizancio, su madre era cristiana y siguió los caminos de ésta. Desde la juventud se dedicó a estudios importantes de leyes y asistió a Escuelas prestigiosas en Beirut . Por responsabilidades familiares acompañó a su hermana hasta Palestina. Allí se encontró con el sabio Orígenes quien había trasladado su escuela a Cesárea. Cuando como consecuencia de la represión de Maximino Tracio, entre 235 y 238, que obligó a su maestro a dejar aquella ciudad, Teodoro que ya había cambiado su nombre a Gregorio partió hacia Alejandría.
Inicialmente se creyó que iba a ser abogado pero la religión cambió su destino. San Basilio el grande, en su momento lo nombró Obispo de Sassin. Por su parte, Teodosio lo coronó Arzobispo de Constantinopla. Llegó a ser un renombrado teólogo y escribió textos como el «Sermón de la Santísima Trinidad«. Con sus profundos conocimientos se enfrentó a Julián el Apóstata y sus creencias y contra Apolinar quien distorsionó consideraciones sobre Cristo.
Dos milagros suyos lo hicieron célebre y por ello recibió el nombre de taumaturgo. Un texto sobre su vida señala: «Dos hermanos pleiteaban por un terreno a causa de un lago que en él había. Al no conseguir que llegaran a un acuerdo, San Gregorio rezó y el lago se secó, terminando así el objeto de la disputa«. Otro más se recuerda: «Un río que pasaba por la comarca causaba grandes perjuicios con sus inundaciones. San Gregorio fue hacia la parte más ancha del mismo, donde comenzaba generalmente a desbordarse, y enterró en la orilla su bastón. San Gregorio de Nisa afirma que, desde aquel día, no hubo más inundaciones» (Tesoros de Fe).
Regresó a Nacianzo y prefirió concluir sus años de manera solitaria. Su vida fue larga y falleció en el 390. Algunos lo han titulado como: «Un segundo Moisés«.
Una oración inspirada en su persona y en su obra señala lo siguiente y en muy propicia ante las desgracias:
«Oh, San Gregorio Taumaturgo, siervo fiel de Dios y protector de los necesitados, en este momento de angustia nos volvemos hacia ti en busca de tu intercesión poderosa.
Tú, que has demostrado tu habilidad para obrar milagros en tiempos de peligro, te suplicamos que escuches nuestra súplica en esta hora de necesidad.
Enfrentamos las fuerzas impredecibles de la naturaleza, temblores que sacuden la tierra, vientos que azotan con furia y aguas que se desbordan sin control.
Te rogamos, por tu compasión y tu amor por la humanidad, que intervengas en nuestra defensa.
San Gregorio Taumaturgo, extiende tu manto de protección sobre nosotros. Alivia nuestros temores y bríndanos seguridad en medio de la adversidad.
Ruega por nosotros ante el trono de la gracia divina, para que podamos encontrar fortaleza en nuestros corazones y calma en nuestra mente.
Que tu poderosa intercesión disipe las tormentas y aleje los peligros que nos amenazan.
Guíanos hacia la unidad y la solidaridad en este tiempo de crisis. Inspirados por tu ejemplo de fe y amor, enfrentamos estos desafíos con esperanza y confianza.
Oh, San Gregorio Taumaturgo, escucha nuestras oraciones y acoge nuestras súplicas. Concédenos la gracia de superar los desafíos de la naturaleza y recordarnos que, en medio de la tempestad, siempre hay un refugio en la fe.
Amén«