José Félix Díaz Bermúdez
En Paris, una de las capitales más importantes de Europa y del mundo, está concluyendo luego de diversos actos oficiales, conferencias, debates y exposiciones la celebración del bicentenario de la muerte de uno de los grandes capitanes de la historia moderna, el general Napoleón Bonaparte (1769-1821). Su vida, su obra, sus virtudes, sus errores, sus triunfos y derrotas, marcaron la vida de Francia y de Europa y, en cierta forma al influir en la de España, la del resto del mundo hispano.
Señalarlo es necesario en la historia del mundo; analizarlo en su compleja e importante figura indispensable. En Francia su huella está presente y es uno de los símbolos principales de ese país.
Militar, político, estadista, legislador de alto vuelo, además de haber expandido las fronteras de Francia en sus guerras de conquista a lo largo de Europa, que logró en buena parte someter durante 15 años, son notables sus hechos civilizadores: el aporte al derecho de su Código Civil, sus disposiciones y acciones en materia administrativa, su actitud compresiva de otras culturas (en Egipto por ejemplo ante el mundo árabe), su impulso a la educación, a la ciencia, a las artes, su espíritu y su empeño realizador. Poseedor de una amplia formación en diversas disciplinas humanistas y científicas sus comentarios críticos a la obra “El Principe” de Maquiavelo demuestran su conocimiento y capacidad política.
Su vida extraordinaria se debatió entre la planificación, la organización, la audacia, la autoridad, el poder, la grandeza, la victoria y la derrota. Aún se debate, en Francia misma, si fue un dictador, un tirano, o un reformador, un visionario. En él están presentes en su elevada y dramática forma estos rasgos sin excluir su genialidad.
En todo su esplendor y lucimiento Simón Bolívar lo vió entrar a Paris admirando en ese momento su grandeza, pero, posteriormente, se alejó de ese modelo cuando se hizo Emperador y se apartó del camino republicano. En su biblioteca personal el Libertador tenía un libro militar que perteneció a Bonaparte.
Un hecho contradictorio que se le critica fue su “Ley Relativa al Trato de los Negros y él Régimen de las Colonias” en la cual dispuso mantener la esclavitud de acuerdo a las normas existentes antes de la Revolución Francesa de 1789. Tratando de contextualizar aquella medida quienes la explican han alegado razones de carácter económico y para asegurar la producción de azúcar en el territorio francés. Fue un acto injusto opuesto a los valores que preconizó la Revolución.
En su descargo, por el contrario, su Código Civil afirmó la igualdad; creó la protección penal del individuo; consagró la libertad de trabajo y de conciencia, entre otras.
Napoleón tenía entre sus objetivos restablecer el imperio colonial francés en América y de no haberse liberado España peninsular el resto hubiera sentido su dominio.
La Revolución Francesa significó para Europa y para el mundo una nueva inspiración, el surgimiento de derechos, la igualdad, la fraternidad, la libertad contra el absolutismo monárquico; la afirmación del ciudadano.
No obstante su tentativa imperial, Napoleón con su visión del mundo y lo que él mismo representaba, influyó en la transformación de su tiempo impulsado el inevitable avance de la Ilustración.
Los principios, actos, valores y logros que Francia propuso a la civilización están presentes en lo mejor del pensamiento y de la acción de Bonaparte. El creó instituciones importantes para la educación; abrió horizontes a la cultura; modernizó el Estado; fue un ilustrado legislador y gobernante. En el urbanismo, el arte, en instituciones, su fecunda acción está presente.
La invasión de Napoleón a España fue uno de los varios hechos y argumentos que justificaron el inicio de nuestro proceso de independencia.
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Esta entrada tiene 2 comentarios
Excelente escritor.. !!
Muchas gracias por tu gentil comentario.