Mamita María Coromoto

Milagros Guerrero

Tutora: Lisett Farías

– ¿Quién es este niño y quién es la señora?

– Ellos son el Divino Niño Jesús y Su Santísima Madre, María.

– ¿Cómo es que si ya Jesús está grande, la Virgen lo presenta como un niño?

– ¿Conoces la historia de su aparición?

– No.

– Ven y te la enseñaré; Espero poder responder a tu pregunta durante el relato. Te aclaro: te va a parecer ficción, sin embargo, este hecho maravilloso ocurrió en la vida real.

 ¿Sabes que en nuestra amada Patria Venezuela, así como en otros países se apareció la Madre de Dios, Nuestra Madrecita del Cielo?

– Sí, pero no conozco la historia de su aparición.

– ¿Sabías que los primeros habitantes de Venezuela fueron los indios?

– Eso sí, porque nos lo enseñaron en Historia de Venezuela.

– Vamos a hacer que la historia que te voy a enseñar parezca un viaje en el tiempo; iremos al pasado muchas veces, estaremos en el presente con el corazón dispuesto y con la Santísima Virgen de la mano, incluso te mostraré cómo esperar el futuro.

– ¡Sí! ¡Vamos entonces! ¡Cuánto anhelo conocer la historia de la “Bella Señora”!

Érase una vez un indio, llamado Coromoto. En su lengua, Coromoto significa “el que vence la tormenta”. Él era el jefe de la tribu de los indios cospes, es decir, el cacique. Te hago saber que al llegar los españoles, como no querían estar junto a ellos, los indígenas se internaron en las montañas, y ese lugar estaba lleno de serpientes y pajaritos “cospes” (alondras). De allí su nombre: indios cospes. Un día del año 1651 el cacique Coromoto iba junto a su mujer por la montaña, y al llegar a una quebrada vieron a una hermosa mujer que tenía en sus manos un niño bellísimo; ella caminaba entre las aguas del río; lucía cual joven reina indígena, sonriente, con mirada amorosa. Ellos le sonrieron y ella les dijo: “Vayan a casa de los blancos y pídanle que les echen el agua en la cabeza para poder ir al cielo.”

La bella señora se siguió apareciendo en la quebrada a algunos de los hijos de los indios cuando iban a buscar agua.

– Puedo preguntar: ¿Por qué la Bella Señora los mandó a colocarse agua en la cabeza con los blancos?

– Nuestra Señora se refería al Sacramento del Bautismo. Era un lenguaje sencillo para que le entendieran. Los religiosos capuchinos habían llegado junto a los colonizadores, para llevar el Evangelio de Cristo.

El señor Juan Sánchez era un español que tenía unos terrenos en Soropo en la margen derecha del río Guanaguanare. Un día el cacique Coromoto se encontró con él y recordando la petición de la “Bella Señora” le contó todo. El señor Juan Sánchez debía ir al Tocuyo pero le respondió que a su regreso los pasaría buscando. Cumpliendo lo acordado, se llevó a toda la tribu para instruirlos en la fe y así poder ser bautizados. Se establecieron en la confluencia de los ríos Tocuyo y Guanaguanare.

Coromoto extrañaba cada día más su hogar; había renunciado a un lugar con mejor clima, donde él mandaba y era obedecido, para estar junto a los blancos, sumiso; empezó a ponerse molesto y decidió que lo mejor era regresar. Lo primero que hizo fue dejar sus clases de catecismo. El día 08 de septiembre de 1652, los de su tribu iban a ser bautizados; Él no participó y se fue a la selva a pensar… quizá a suspirar por los tiempos pasados y planear la vuelta. Al caer la tarde regresó a su choza y allí se le apareció en la puerta la “Bella Mujer”.

De todo su ser desprendían rayos de luz que alumbraban todo el interior del bohío, como si fuera el mediodía. El cacique le preguntó muy enojado: “¿Hasta cuándo me quieres perseguir? Te puedes devolver porque yo no voy a hacer lo que me mandas. Por tí dejé mis conucos y conveniencias y he venido aquí a pasar trabajo.”

Su esposa le dijo: “No hables así con la “Bella Mujer”, no tengas tan mal corazón”. Coromoto no soportó la mirada tierna y amorosa de la “Bella Mujer” y sacó una flecha, la puso sobre su arco.

En ese momento, la Virgen entró en la choza. Ella, en su corazón de madre sabía de qué estaba hecho su hijo Coromoto; él en el fondo representa a todos los venezolanos, quienes somos valientes, trabajadores, familiares, preocupados por el bienestar de los nuestros (así como él de los suyos); y también llevamos algo de su rebeldía, indiferencia en los momentos de aridez espiritual e irreverencia. Ella es Madre ante todo, y en su corazón maternal, nos presenta a Su Hijo: Camino, Verdad y Vida. Desea que lo conozcamos y amemos. Por eso sonríe serena, luminosa, resplandeciente y se acerca al hijo Coromoto.

 

Está tan cerca de él, que tiene que dejar caer el arco y la flecha; furibundo, estiró sus brazos para agarrarla. Nuestra Madre desaparece, el bohío se oscureció y el cacique grita: “la tengo atrapada en mi mano.” Cuando abrió la mano vio que tenía una imagen de la “Bella Señora”, que despedía rayos luminosos muy intensos.

– Y ¿Cómo era la imagen? ¿Cómo apareció en la mano del cacique?

– Es una parte hermosa la que te voy a decir ahora. Presta atención; ¡aún hay tanto por aprender de la “Bella Señora”!

Era como del tamaño de una huella dactilar de alguien de unos 14 años – 15 años. El material parecido a un papel de algodón en forma ovalada y la imagen allí estampada tenía tanto detalle imperceptible al ojo humano que no podía haber sido realizada con tinta china (única tinta disponible en la época). Imagínate que sus ojitos, del tamaño de la punta de un alfiler tenían todas las características de un ojo humano: con órbita ocular, iris, conducto lagrimal y pequeño punto de luz; además imágenes de figuras humanas con características indígenas. Ella estaba dibujada de manera asimétrica, así como somos los humanos: nuestra mitad izquierda no es idéntica a nuestra mitad derecha. Incluso estaba vestida diferente en cada mitad: de un lado con saco típico europeo y del otro con piel de puma, como se abrigaban las personas importantes dentro de la tribu. Nuestra madre es Reina y se presenta ante nuestros antepasados con una corona de Reina Indígena, velo blanco, manto rojo, túnica color pajizo. Le está presentando a Su Hijo Divino a un pueblo que aún no le conocía. El Niño Jesús tiene un traje largo, cual Rey. A sus pies tiene una calavera, que representa el Amor que se entrega hasta el extremo. Toda la imagen era un anuncio del Evangelio, a través de el más bello misterio de amor, contenido en el versículo: _“Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. (Juan 1, 14). La imagen de la Virgen con el Niño Jesús forman un triángulo perfecto y nos enseña el Misterio trinitario: Dios es: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

– ¿Cómo se podía conseguir tanto detalle en una imagen tan pequeña? ¿Quién lo podía recordar? ¿Quién la pudo ver aparte de los indios?

– Haces muy buenas preguntas. Puede que no te tenga todas las respuestas, pero espero que esa pequeña semilla te permita seguir profundizando en toda la historia y la investigación que actualmente se sigue llevando a cabo.

Anhelo que en tu corazón florezca un gran amor a Papá Dios que nos Amó hasta el extremo y Nos envió a Su Hijo a través de la Mujer más hermosa e Inmaculada, que en su ser contenía Todas las Gracias.

Te diré algo grandioso: la imagen existe aún. Es una presencia real de la Madre de Dios. En este momento la ciencia le sirve a la fe y han logrado con la tecnología disponible estudiarla y encontrar hallazgos asombrosos. ¡Y los que quedan por descubrir! La imagen es cambiante de acuerdo a los acontecimientos que se estén desarrollando; además está aumentando de tamaño. A pesar de que se encontraba rota y manchada cuando dieron la autorización para su investigación y restauración, los científicos asignados empezaron a evidenciar con gran asombro que se estaba restaurando a sí misma, sin explicación posible desde la lógica humana, es decir, sin que ellos hicieran nada de nada.

– ¿Cuándo se empezó a estudiar?

– En abril de 2009, hasta la actualidad.

– Me habías dicho que apareció en la mano de Coromoto. ¿Y después qué sucedió?

– ¡Cierto! ¡Cierto! Afortunadamente te había advertido que íbamos a movernos en el tiempo muchas veces.

Deseo que hoy grabes en el libro de tu corazón que Dios a través de Nuestra Señora de Coromoto nos dejó una prueba tangible del lugar donde Ellos están: un pedacito de cielo. Todo el material del que se compone la imagen de Nuestra Señora, que el cacique Coromoto recibió en su mano en el momento que intentó agarrar sorpresivamente a la “Bella Señora”, proviene del cielo, del lugar al que Nuestra Madrecita quiere que vayamos: “Vayan a casa de los blancos y pídanle que les echen el agua en la cabeza (bautismo) para poder ir al cielo.”

Continúo el relato de los hechos:

El cacique en la choza, en medio del desconcierto, porque la “Bella Señora” se desaparece, cree tenerla en la mano. Es verdad que cuando estamos alterados por el enojo no pensamos con claridad. Él gritó: “La tengo atrapada.” Al abrir la mano, vio que lo que tenía era una diminuta imagen de la Virgen, que despedía rayos luminosos muy intensos. El cacique estiró la mano y todos reconocieron la imagen de la “Bella Mujer”. El cacique envolvió la imagen en una hoja y la escondió en las pajas del techo de su casa para luego quemarla. El sobrino del cacique, vio a su tío esconder la imagen y esperó que se durmiera, para ir en busca de Juan Sánchez y contarle todo. En casa de los españoles no le creían al muchacho.

¡Qué cosas, que siempre nos resistimos a recibir con el corazón los Misterios del Amor de Dios! Lo mandaron a buscar dos mulas que estaban sueltas (cosa que tenía cierto grado de dificultad). Al poco rato volvió con las mulas; y los españoles asombrados por la proeza decidieron acompañarle. Al llegar, los tres españoles se quedaron escondidos, mientras el niño buscaba la imagen. Cuando Juan Sánchez abrió la hoja, se encontró con la inmensa sorpresa de que era la imagen de la Santísima Virgen con el Niño. Con gran cuidado y devoción, sabiendo que cargaban a la madre de Dios, regresaron a Soropo, la colocaron sobre una mesa, la rodearon de flores, le prendieron una vela de cebo, le rezaron y le dieron por nombre: *Nuestra Señora de Coromoto.* De inmediato comenzaron a suceder milagros.

Coromoto estaba decidido a regresar con su tribu a su hogar. Sin sospecharlo, la historia de su vida iba a dar un giro. Se adentró en la selva y una culebra venenosa lo mordió. Sabiendo que iba a morir, se arrepintió profundamente por las ofensas proferidas a la “Bella Dama” y pidió de corazón ser bautizado. Nuestra Madre celestial, que siempre escucha y atiende los ruegos de sus hijos, incluso de los indiferentes e ingratos ante su amor maternal, permitió que un español que pasaba lo escuchara. El español se acercó, fue y buscó agua, la derramó sobre su cabeza mientras decía: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.”

– ¿Y el cacique murió allí?

– El cacique murió a causa de esa mordedura de serpiente, pero antes Dios le permitió hablar con los de su tribu. Luego del bautismo, el cacique se convirtió en un apóstol y seguidor de la Virgen María. Su nombre cristiano fue Ángel Custodio. Este nuevo hombre, nacido de las aguas del bautismo narró lo sucedido a su gente, diciéndoles que estaba seguro de que iba a morir, pero moriría feliz pues había pedido perdón y se había bautizado. Antes de morir, con voz fuerte les pidió que se mantuvieran entre los blancos y fueran buenos cristianos. – ¡Qué bella es la religión!

– ¡Sí! Es un regalo del buen Dios para que sus hijos le conozcan y le amen.

– Y ¿Crees que Mamita María de Coromoto sigue estando entre nosotros?

– ¡Sí! Cada día como una madre buena y amorosa que desea mostrarnos a su hijo Jesús, para que todos podamos ir al cielo.

Mi corazón desea que descubras la vía más hermosa y segura de ir caminando hacia el cielo desde ya: de la mano de Jesús y de María.

Recuerda que Nuestra Señora de Coromoto se apareció en fecha de su Natividad al cacique Coromoto y toda su familia, siendo la única aparición a un grupo familiar; que ese día nos dejó una muestra originaria del Cielo en su santa imagen, que se sigue estudiando y aún sigue develando nuevos hallazgos para sorpresa de los escépticos, ya que para los hombres de fe ninguna prueba es necesaria y para los que carecen de esta virtud teologal, ninguna prueba será suficiente. Papá Dios permitió que la Santísima Virgen se apareciera en nuestra tierra presentando a Su Hijo; y sus videntes recibieran de parte de tan excelsa evangelizadora el “Kerigma” o primer anuncio de la Buena Noticia. Dios nos sigue comunicando a través de María de Coromoto que la familia es el más bello proyecto por el que se renueva Su Amor cada día; En el plan salvífico de Dios, así como Su Único Hijo es Redentor, la Santísima Madre es Corredentora.

Te he relatado la Historia más bella contenida en la Historia de Venezuela, porque nos hace participes de la Historia de la Salvación. Ama a Mamita María y ella, cual Dulcísima maestra te enseñará cómo amar a Jesús.

¿Tienes otra pregunta?

– Iré a contar a todos la Historia de Nuestra Señora de Coromoto. Tengo en el corazón un fueguito que me inspira a decir: ¡Soy venezolana Mariana Coromotana!

“María, Madre mía, me entrego por completo a ti como tu posesión y propiedad. Haz de mí, por favor, de todo lo que soy y tengo, lo que más te agrade. Permíteme ser un instrumento digno en tus manos inmaculadas y misericordiosas para ofrecer la máxima gloria posible a Dios.”

Juan Pablo II

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Esta entrada tiene 4 comentarios

  1. Lisett Farias

    Hermosisimo trabajo..!
    Dedicado a todos los niños hijitos de Maria de Coromoto!
    Viva la Madre de Coromoto!

    1. José Félix Díaz Bermúdez

      Sí, un trabajo muy hermoso, felicitaciones y la escritora.

  2. Carlos Villarroel

    Hermosisima historia. Todo lo que tiene que ver con ese inmaculado grupo de tres significa la presencia de Dios padre, Jesucristo su hijo amado y su madre bendecida por su infinita bondad. Mil bendiciones.!!!

    1. José Félix Díaz Bermúdez

      Muchas gracias y felicitaciones a la autora.

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