Este artículo tiene el propósito de establecer una consideración para la necesaria reflexión sobre el uso informacional-comunicacional de la red de Internet en la educación y más particularmente en torno a la denominada «educación a distancia” en estos tiempos de distanciamiento preventivo ante el COVID-19, a partir de la afirmación de que informar no es comunicar ni educar. La comunicación y la educación no son meras transmisiones de algo, son, por el contrario, construcciones o producciones entre interlocutores o dialogantes, por ejemplo, entre docentes y estudiantes, bien sea presencialmente o a distancia.
Sobre el uso de la tecnología digital interactiva existe una valoración general prevaleciente como entidad, instrumento o herramienta neutra, así como sobre la información, esto es, que se le aprecia sin tomar en cuenta que es expresión de un contexto social, cultural e histórico que la constituye y que, por tanto, la hace vehículo de relaciones socioculturales que condicionan su uso y a quienes las usan. Este condicionamiento es pasado por alto o subestimado por quienes aceptan las Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) y su uso informacional acríticamente.
Cabe, por consiguiente, la prevención formulada desde una perspectiva crítica sobre la información previamente codificada, tematizada y circulante como «conocimiento a accesar» a partir de «clickear» palabras clave o descriptores en los buscadores de la red de Internet, porque induce antipedagógicamente aprendizajes mecánicos o no constructivos en quienes interactúan con ella desprevenidamente, afectando su desarrollo autónomo cognitivo, como pudiera ser el caso de los niños y adolescentes expuestos sin mediación o interacción comunicacional e interlocución sociocultural o pedagógico-educativa reflexiva significante de las informaciones circulantes en las redes digitales.
