Bermúdez, La Flama Heroica

José Félix Díaz Bermúdez

Si bien bolívar fue el genio superior de las batallas, de los destinos y de los pensamientos en la infinita América, y Sucre fue su hijo en obras y en espíritu, de cuantos seres formidables Venezuela dio al mundo nuevo en rebeldía, Bermúdez fue el impetuoso gladiador, el fulgor impaciente de la Revolución. Sus rasgos y su temperamento, para ser más conformes con los hechos y con las leyendas, no adquieren su definitiva semejanza en la roca de esculpir blanca y fría, sino en el metal oscuro de los siglos, fundido en entrañas terrosas comparables al fuego de su alma. Si no se hubiesen escrito sus proezas y el testimonio fiel de sus hazañas, sería Bermúdez como un héroe escapado de la mitología de la guerra.

En medio del sobresalto que produjo la novedad angustiante de Caracas rebelde en 19 de Abril, Bermúdez en Cumaná excitó los ánimos, recorrió los lugares, incito la revuelta de los suyos. No fue a buscar únicamente a las aristocracias reformadoras, sino a los campesinos y a los pescadores, a los libres y a los esclavos, y por ello hubieron de apodarle “José Francisco Pueblo”, apellido glorioso para los guías admirables de las multitudes, “que él vio siempre con carácter risueño y placentero”, según lo testimonió uno de sus subalternos.

Pocos hombres requería Bermúdez para conformar un ejército invencible. A principios del año 1813, con apenas 75 conmilitones, luchaba en el oriente, derrotado en Irapa a Zerveriz, jefe de 400 hombres de línea, entonces. Por venganza cobarde éste en revancha brutal asesina a Bernardo Bermúdez -de cuya sangre provienen mis ancestros-. Enloquecido de dolor personal y patriótico, arremete con furia José Francisco contra los opresores que le temen. En el año 14, el fatídico año para la República impotente, sus triunfos le consuelan y le enorgullecen: Bocachica, Carabobo (primera), La Puerta y Arao, desquitan por su brazo a la patria humillada. En esta última batalla: “…él solo con su cuerpo penetro solo hacia San Carlos en medio del ejército enemigo”, indicaba uno de sus soldados. En la histórica Maturín, en septiembre de ese año, tempranamente en busca por aquellas llanuras del sanguinario Boves, con 1700 hombres vence a los 6000 que conduce Morales.

En ese tiempo, osa Boves afrentar a Cumaná; Bermúdez lo persigue y batalla con él en los Magueyes y sin que en el escarceo se derroten mutuamente, Bermúdez retrocede y el asturiano no se atreve a marchar tras su caballo. Un episodio admirable describe el valor inaudito de Bermúdez: en medio de la lucha, arrojado en las filas contrarias, un capitán  lo tiene a tiro con la carabina, Bermúdez encarando la muerte le amonesta: “¡Soltad ese fusil que soy el general Bermúdez!”, el inerte oficial abandono su arma. ”Su voz en medio del combate valía por mil soldados”, apunto el patriota Mejía.

Llega en año 15, año de los exilios. En Oriente dominan infaustamente los españoles sin alternativa. Desde sus costas Bermúdez tripula una flechera con rumbo a Margarita, 85 buques de la escuadra española aguardan en el mar. Bermúdez, arrojado y soberbio, pasa en medio de ellos temerario y retador.

Bermúdez arriba a Cartagena, la plaza amurallada ante el Caribe mar. Como si fuera Cumaná, la defiende con singular denuedo contra Morillo en reconquista. Por días y noches resiste, más allá del humano valor. Combate contra España, contra el hambre y la muerte y no se rinde. Lo desplazan del sitio pero no le derrotan, lo expulsan del lugar pero jamás lo humillan. Es el vencedor por su heroísmo.

En Los Callos, Haití, Bolívar no lo quiere como expedicionario. Bermúdez ruega, Bermúdez se subleva. Sigue a Margarita y no lo aceptan, sigue a Güiria y allí se enfrenta con el Libertador: el impetuoso mar ha golpeado en la roca haciendo mil pedazos los cristales de sal. Pero en el año 17, Bermúdez sin rencores, salva a Bolívar en Barcelona, le abraza y llora, tan fiero y tan sensible, cuando éste le llama su libertador.

Ha llegado Angostura, Boyacá se aproxima y se presiente Carabobo. Bolívar entre los sacrificios y reveses, ya se acerca a lo definitivo. Ya no es la guerrilla temeraria y fugaz, sino la táctica y la estrategia grande de lo militar: genialidad en él, trazo sublime en Sucre.

A Bermúdez se le ordena que Caracas sea suya el 15 de mayo de 1821. Bolívar reconoce que si lo lograba el oriental, Venezuela era libre.

A finales de abril de 1821, Bermúdez desde Clarines marcha sobre la capital. En el Guapo derrota al enemigo. Igual sucede en Macanilla, en Guanape, en Cuspita y en Guatire. El 14 de mayo, Caracas es recuperada. Avanza, y el 20 triunfa en El Consejo, pisa los restos del Regimiento Austerlitz. Da un salto a La Victoria, pero se detiene cuando supo que Morillo desde Calabozo, no descansaba hasta alcanzarle. Se devuelve hasta El Rodeo, baja hasta Santa Lucía y triunfa el 14 de junio. Otra vez se enfila hacia Caracas y lucha en el Calvario el 23 de junio, y recibiendo allí balazos su esclavina, su sable, su sombrero, su pierna, por insólito hecho nada le hirió y peleando en Caracas con bravura y por el camino de Guarenas, el 24 de junio, en Carabobo, Venezuela era libre. Los hombres desobedecieron  a los príncipes y se escuchó a los pueblos.

Luego de tantos hechos gloriosos y de su renombre singular, murió asesinado el 15 de diciembre de 1831, por el hecho infeliz de un señor Berrizbeitia en Cumaná, hace ya 192 años.

(Originalmente publicado en El Universal)

Imágenes del general Bermúdez, retratos de la época y firma documento propiedad del autor. Es también descendiente del héroe y de Bernardo Bermúdez.

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Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Libeslay Bermúdez

    ¡Maravilloso relato! Me quedo con ganas de saber más

  2. Berna Pérez

    Excelente reportaje. Cuanto aprendo cada día
    G

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