Comenzaremos haciendo una aclaratoria que pareciera más bien ser un trabalenguas, pero que resulta importante introducir: no es lo mismo el análisis de una estructura política que desarrollar una teoría estructural de la política. Nos enfocaremos en lo primero, apoyándonos en la teoría de sistemas y siguiendo el modelo de Easton (1990), para adentrarnos en la llamada jerarquía anidada de estructuras. De esa manera, anidados en el sistema político, estudiamos al régimen, a las autoridades políticas y a la comunidad política, como subsistemas de éste. Asimismo, los partidos políticos, los grupos de interés, las legislaturas, el ejecutivo y la rama judicial significan subsistemas del régimen cuando éste simboliza al Estado, al analizar sistémicamente la política.
Como las interacciones personales son propias de cada sistema, dentro del sistema político se conforman pautas (patrones de conducta) que resultan de las interacciones políticas, ajustadas a un tipo particular de régimen. En consecuencia, nuestro interés es poder identificar los roles políticos característicos de dicho régimen, dada su estructura política. Además de la estructura nos interesa, igualmente, comprender los procesos que le permiten al sistema político manejar las situaciones de estrés, provenientes tanto del entorno como aquellas originadas a lo interno. Esas variaciones de estructura y procesos conforman las respuestas del sistema político.
Utilizaremos al sistema político como punto de referencia en la jerarquía anidada de estructuras, considerando al sistema sociocultural y al sistema económico como su entorno (ambiente). La interacción entre el sistema político y su ambiente es a través de políticas públicas o decisiones (regulaciones) de las autoridades políticas (gobierno) impuestas o por consenso, de ser posible. Otro tipo de interacción ocurre a lo interno, entre los componentes del sistema, específicamente entre las autoridades políticas y los miembros de la comunidad política. De ese modo, el sistema político busca equilibrarse, usando mecanismos de articulación (comunicación), al alcance de las autoridades políticas, y de retroalimentación, hacia los miembros y entes decisorios.
Esa capacidad de transformación del sistema político le permite aprender de las experiencias y así poder subsistir, mediante cambios continuos, ya sean éstos incrementales o revolucionarios, incluyendo sus metas, prácticas y hasta su estructura organizativa (Bang, 2020). Los sistemas sociales, en ese sentido, tienen un mayor nivel de complejidad que los sistemas biológicos, de acuerdo al Dr. David Easton, para quien un sistema político es, también, distinto a cualquier otro tipo de sistema social. Por esa razón, hemos siempre argumentado que, para poder entender el modelo de Easton —en su conjunto—, deben estudiarse la totalidad de sus publicaciones.
Hasta aquí, hemos venido considerando al Estado como sinónimo de Régimen en el modelo de Easton, pero eso no tiene que ser esencialmente así. El enfoque sistémico nos permite analizar la estructura política de cualquier asociación o comunidad, con ayuda de la Tecnología Social SAI. Lo importante es entender que el sistema político de un Estado, asociación o comunidad intenta inalterablemente estar en Equilibrio y eso lo logra a través de la retroalimentación que se produce, permanentemente, en respuesta a las muy variadas demandas de la sociedad. Esa situación de consenso o equilibrio entre el sistema político y el sistema social debe ser entendida como crucial para la identificación de las interacciones que determinan la estructura política.
Referencias:
Bang, H. (2020). David Easton’s political systems analysis. SAGE Publications (Handbook).
Easton, D. (1990). The analysis of political structure.
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