José Félix Díaz Bermúdez
Se ha cumplido un año de la invasión y de la guerra que Rusia está desarrollando contra Ucrania: un año doloroso, un año triste, un año de matanzas, destrucción, impiedad, de crímenes de lesa humanidad.
Es una guerra producida contra la soberanía de un país; es una guerra violatoria del derecho internacional, que amenaza la paz, la seguridad y la estabilidad mundiales, que se intenta justificar en la ambición imperial de una política con la cual se pretende recuperar la influencia de Rusia según la visión de su actual gobierno.
El intento de Putin de desarrollar una: “operación militar especial” de corto término, se ha transformado en una guerra de mayor alcance donde su desarrollo compromete la capacidad para terminarla y con graves consecuencias políticas, económicas, sociales e internacionales que transforman el orden mundial y destruyen el prestigio de su iniciador.
Comenzada con el objetivo de conquistar territorios exteriores supuestamente favorables a la presencia rusa, se invadió el norte, el este y el sur de Ucrania realizando feroces bombardeos sobre la capital Kiev; actos despiadados en Boutcha que han sido calificados como crímenes contra la humanidad y otros atentados, hechos frente a los cuales el pueblo ucraniano se ha defendido tal y como lo hizo tenazmente en Karkiv, lo cual empezó a demostrar la determinación de una Nación que no se rinde y que se enfrenta para frenar el avance de sus enemigos.
No obstante la valiente resistencia opuesta en todo el país con inferiores medios, el puerto de Mariúpol no pudo sostenerse dejando miles de civiles y soldados ucranianos muertos. En el sur, por ejemplo, la ciudad de Kherson fue tomada por el ejército ruso. Ante la imposibilidad de conquistar la capital de Kiev y otras poblaciones en el norte, intentaron avanzar los agresores por el este y por el sur, sin embargo, el ejército y el pueblo ucraniano han impedido resultados favorables.
Mientras el estancamiento se evidencia y se producen terribles consecuencias en contra de la población del país y en contra el resto de Europa, y de Africa inclusive, por la crisis energética y alimentaria que se manifestó, en lo político, militar e internacional empieza a observarse el creciente deterioro de la imagen y presencia de Rusia con importantes efectos: resurgimiento de la Guerra Fría; el apoyo mundial hacia Ucrania; el afianzamiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, alianza militar que integra a 29 países de Europa y América, encabezado por los Estados Unidos, y la posible incorporación de otros nuevos países como Suecia y Finlandia y la propia Ucrania y, por último, el progresivo aislamiento y condenación de Rusia a nivel internacional.
Con el apoyo de occidente Ucrania resiste, este país logró realizar una contraofensiva en todos los frentes con éxitos en la región de Kharkiv; Kherson que pudo ser liberada, concentrándose ahora la lucha en la región de Donbass con algunos resultados localizados para Rusia mientras que la tenacidad y el sacrifico ucraniano han permitido la consolidación del apoyo mundial tal y como lo testimonia la reciente Resolución de la Asamblea General de la ONU aprobada por 143 países que condenan la guerra, la realización de referéndum ilegales y la anexión de territorios.
La victoria puede representar a veces la peor de las derrotas cuando a través de ella se cometen crímenes, se fractura dignidad humana, se quebrantan principios irrenunciables, el derecho a la soberanía, la independencia, la justicia, la paz, la autodeterminación de la Naciones y la existencia de los pueblos libres.
Ganar una guerra a fuerza de masacres y de destrucción, arrasar con el enemigo a cualquier precio, al precio de la sangre de otros, acabando ciudades y vidas inocentes con las armas que sean, desoyendo el clamor universal, silenciando la crítica interna, alterando un equilibrio que hasta ahora había logrado evitar el surgimiento de una nueva Guerra Mundial, es una vergonzosa y peligrosa manera de hacerlo.
Más allá de esta guerra está la confrontación de una parte de oriente contra el occidente al que pertenecemos, de un modelo autoritario contra un modelo de democracia que es preferible por su contenido, derechos, garantías, posibilidades y perfectibilidad.
El precio que Putin le hace pagar a Rusia, es y será demasiado alto.
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