Soy La Patria

José Félix Díaz Bermúdez

¡La Patria…! Al pensar en ella en esta hora decisiva, recuerdos, sentimientos, desvelos, compromisos, esperanzas, lecciones surgen como expresión de lo más hondo del ser venezolano. Surgen reflexiones y angustias ante lo que acontece y puede acontecer en una hora crucial en la cual ya no puede privar el egoísmo, la traición, las ambiciones, esas ruines e ilegítimas propias de los males hijos.

Cuántas veces se utiliza su nombre ocultándose tras ella el odio, el desquite, la infamia, la persecución de unos venezolanos contra otros. Cuántas veces de manera indigna, hombres, grupos, ideologías, gobernantes, se han prevalido de ella para sus propios intereses, atribuyéndose expresarla, como si ellos fueran la Patria, luego de haberla asumido como una posesión propia o de su feudo, cuándo en realidad no es ni debe serlo porque su identidad y sus recursos son patrimonio de todos y derecho de las generaciones.

Individuos, ciudadanos, dirigentes y gobernantes que no evidencian con la rectitud de sus actos lo que una Patria significa en unidad, en grandeza, en derecho, en virtudes y ejemplos.

Venezuela ha sido envilecida, humillada, desconocida, alterada en su identidad y en sus valores; en los principios y conductas que la distinguieron entre las principales naciones democráticas, emprendedoras y prósperas del continente.

La Patria ha sido mancillada con vergüenza, con descaro, sin honor. Ante ella, tantas veces se ha exhibido el poder y la riqueza ilícita frente a un pueblo que padece y que sufre. Innobles son aquellos que se sirven de la Patria para sus tropelías: burlarla, someterla, sojuzgarla, ofenderla y engañarla siempre.

No son patriotas los que se aprovechan de su nombre y quieren imponer sólo su voluntad, utilizar la fuerza, transgredir los derechos, acabar con lo que representa una República, su libertad, su independencia, sus principios, no permitir la determinación de su sagrada voluntad.

La Patria no puede seguir siendo el argumento vil de quienes la traicionan, y tras lo cual se establece y se extiende la grotesca avaricia; las ambiciones ilícitas; la improbidad de los que la despojan, de los que actúan a la sombra del poder propiciando la ruina material y moral de Venezuela.

 

La Patria no puede seguir siendo la depositaria y víctima de tantos males. La vulneran los malos ciudadanos, los que no tienen el sentido de lo que significa, ni de las responsabilidades y conductas que supone. La vulneran los pésimos gobernantes que no saben dirigir y conducir, que no exhiben capacidades y compromisos, y qué no saben liderar el progreso y asegurar la unidad nacional.

Patriotismo sin respeto a la patria; patriotismo sin saber lo que es; patriotismo sin deber ciudadano; patriotismo sin consecuencia política y humana; patriotismo sin honor; patriotismo sin derechos ajenos; patriotismo sin soberanía nacional, no es patriotismo. Silencio, complicidad, indiferencia, culpa: ¿de dónde le han salido a Venezuela sus enemigos? De sus propias entrañas; de lo peor de nosotros mismos muchas veces.

Desde el siglo XIX estamos lidiando con los dictadores; desde el siglo XIX la civilidad no se rinde y lucha; desde el siglo XIX las armas, tantas veces -pero en otras ejemplarmente no-, han amenazado la voluntad general, y cuándo no la han impedido, la coaccionan. El caudillismo ha sido nefasto; el mesianismo, enervante; la adulación vergonzosa; los propios intereses, bajos y mezquinos.

Allí están los grandes hombres del pasado, y sobre el uso de Bolívar, nos advirtió Juan Vicente González que: “Con el esplendor de tu nombre, un vil se cubre, y pronunciando las palabras que tú enseñabas a los pueblos, y parodiándote, recibe, cual rey de farsa, el torpe incienso de la ignorancia y la maldad”.

 

La Patria no se edifica en el delito, ni en la conducta ruin y la traición; la Patria no existe donde se corrompen individuos; se planifica la desgracia; se desconoce la verdad, se desaplica el derecho y se impide la justicia.

La Patria no pertenece a un hombre y menos a un: “caudillo de la ignorancia y la ambición”, tal y como lo expresó ese ilustre civil. La Patria pertenece a sus hijos para el bien general y el porvenir de todos.

Ningún sacrificio debe omitirse por la Patria: la Patria es preferible a todo, nos enseñó Bolívar.

Venezuela debe dar en esta hora actual el ejemplo más elevado y trascendente en América de respeto a la Democracia, a los derechos ciudadanos, a las libertades políticas, a la paz, que permita la posibilidad auténtica y sincera de superar las diferencias nacionales que nos han dividido y segregado, y postergado, en sacrificio a nuestro pueblo, el progreso material y moral en pleno siglo XXI.

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Esta entrada tiene un comentario

  1. Berna Pérez

    Excelente artículo. La patria Soy yo…es muy común hoy día bel secuestro que ha tenido la Patria…es de unos y de otros No! ¡Patrimonio de todos y derechos de generaciones!

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