Lo que pudo haberse considerado como una acción militar breve en la cual el poderío bélico de Rusia fácilmente se debía imponer sobre un rival menor, realmente no ha sido posible.
Al considerar luego de más de 6 meses del comienzo de la invasión de Rusia en el territorio de Ucrania los avances logrados, los objetivos no cumplidos, el efecto interno del conflicto, las consecuencias en Europa, la visión que actualmente se tiene a nivel global sobre esta guerra, definitivamente señalamos que la primera no ha podido dominar la situación con sus respectivos efectos políticos, económicos e internacionales.
Lo que pudo haberse considerado como una acción militar breve en la cual el poderío bélico de Rusia fácilmente se debía imponer sobre un rival menor, realmente no ha sido posible. Los avances iniciales, la toma de ciudades, la superioridad del armamento, la destrucción causada, parecieron ser suficientes para esperar que Ucrania se rendiría.
Una serie de importantes factores comenzaron a mostrar que la lucha no podía concluir en corto tiempo: la respuesta internacional y, en particular, de Europa que en lo interno cuestionaba la viabilidad de la OTAN, posición que se fue modificándose a la medida que la amenaza se hizo evidente y que debían responder conjuntamente ante la agresión rusa.
De hecho, la Unión Europea y sus principales aliados, en especial los Estados Unidos, empezaron a definir una serie de acciones que comprendían desde el apoyo militar hasta la implementación de sanciones económicas. Por otra parte, la solicitud de Ucrania, Finlandia y Suecia de integrarse a la OTAN implicó antes de producirse un fortalecimiento de la organización y un importante desafío a la política rusa y a sus objetivos sobre los territorios del Este y en contra de la influencia de esa alianza.
En lo internacional, de manera temprana, la Asamblea General de la ONU, celebrada en 2 de marzo pasado, se pronunció respaldando a Ucrania y condenando a Rusia la cual tuvo en su contra el pronunciamiento de 141 países versus 5 a favor y 35 abstenciones.
De la misma manera, la atención internacional que ha alcanzado el gobierno de Ucrania a través de su presidente Zelenski ha sido significativa y ha intervenido a la distancia en diversas reuniones contribuyendo a deteriorar la imagen de Rusia.
Las consecuencias económicas de este conflicto han sido mayoritariamente negativas para todos. El daño producido al comercio energético que Rusia sostenía con Europa; los efectos negativos sobre Africa y otras regiones en cuanto a la distribución de cereales producidos en Ucrania; la instrumentación de sanciones a los intereses de Rusia en el mundo, constituyen aspectos alarmantes. En tal sentido, el FMI estima que en el año 2022 el mundo será más pobre en el orden de un 7,4%; el índice de precios al consumo alcanzará un 10% y las exportaciones de petróleo se reducirán en un 30%. La posibilidad de una crisis alimentaria está presente como resultado de esta acción militar.
Lo peor de esta guerra que confronta a naciones culturalmente cercanas y que afecta al mundo actual, es la muerte de más de 13.500 civiles en Ucrania, sin contar las bajas militares de ambos ejércitos, el número de detenidos, de personas torturadas y maltratadas y más de 1000 niños fallecidos, tal y como lo ha reportado UNICEF.
La guerra debería concluir cuanto antes en razón del grave daño que produce. La imposibilidad de los objetivos militares y políticos que inicialmente se propuso Rusia es evidente y el resultado en vez de posesionarla entre las naciones la aísla y debilita tanto en lo interno como en lo externo, contrariando la aspiración de reafirmar a Rusia como potencia mundial influyente en Europa y en otras regiones, enfrentar a la OTAN y propiciar un nuevo escenario de las relaciones internacionales.
No se gana la guerra cuando no se derrota al enemigo y se producen consecuencias militares, políticas, económicas y humanas desastrosas para todos.