La migración forzosa cuyas causas y consecuencias deben establecerse y sancionarse, constituye una de las peores tragedias de la humanidad.
Conversé hace varios días con un joven venezolano que tuvo que salir fuera de nuestras fronteras. Sus comentarios me evidenciaron dramáticamente la diferencia con mi generación y la pérdida y el sacrificio que ello supone para todos.
La migración forzosa cuyas causas y consecuencias deben establecerse y sancionarse, constituye una de las peores tragedias de la humanidad. En tal sentido, ACNUR en su resolución 2/18, ha denunciado el caso venezolano.
Venezuela en el pasado fue tanto para los europeos como para los latinoamericanos cuando resultaba apremiante serlo, una patria de promisión y de acogida. En tal sentido, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha manifestado que: “… recuerda el compromiso y la solidaridad histórica del Estado y el pueblo venezolano, habiendo sido uno de los países más hospitalarios al brindar protección y acogida a cientos de miles de personas continentes”.
La inmigración ha sido una realidad y una necesidad que han vivido todos los países mundo, desgraciadamente muchos en circunstancias dolorosas. Las guerras, los conflictos internos e internacionales, la situación social, económica y política; la enfermedad, la intolerancia, el hambre, han sido sus principales razones.
Nos ha tocado vivir situaciones en algunos lugares en los cuales compatriotas se han visto expuestos a específicos casos de intolerancia, discriminación, explotación laboral y personal. Al mismo tiempo, también en muchos otros, como política de los gobiernos, de organizaciones internacionales y de los propios ciudadanos, se nos ha recibido con amplitud y generosidad, se nos han brindado oportunidades que debemos agradecer en el presente y corresponder en el futuro.
El mundo lo construimos todos independientemente de donde seamos. Ya no somos simples ciudadanos de un lugar o de una Nación, somos, cada vez, ciudadanos de uniones y de comunidades regionales, ciudadanos globales.
Una generación venezolana actual ha vivido injustamente lo que nunca pensamos para nosotros. Ahora nos toca avanzar y demostrar lo que somos y merecemos y que debemos alcanzar, aquí y allá, por nuestros actos y logros, un destino mejor.