José Félix Díaz Bermúdez
La guerra otra vez se desenvuelve en Europa y puede decirse así tanto por el hecho material como por las consecuencias a nivel internacional del enfrentamiento entre Rusia y Ucrania.
Este conflicto que se desarrolla desde hace varios meses con consecuencias no solo militares contra una Nación que está siendo destruida por la acción y la visión imperialista del gobierno de Rusia -que sostiene la idea de recuperar un pasado de intervenciones y anexiones de territorios que formaron parte de la extinta Unión Soviética-, es contraria al Derecho Internacional, a los intereses de las naciones libres, a la independencia de todos los países que como Ucrania deben conservar sus derechos territoriales, políticos, económicos, sociales y humanos.
Esta conflagración es la primera en Europa luego de la Segunda Guerra Mundial y podemos decir, igualmente, que a esta escala de consecuencias, es la más grave de esta nueva versión de la actual Guerra Fría. Su desarrollo y resultados involucran no solamente a los contendores inmediatos sino en un alcance mayor a toda Europa, a los Estados Unidos como países miembros de la OTAN, y sus repercusiones generales se están extendiendo a otros continentes. Esta guerra puede ser un factor desencadenante de otros conflictos.
La desintegración del bloque soviético representó una transformación política global de importantes consecuencias para la Europa en el este y en el oeste y para el mundo en general, al afirmarse en los países liberados del yugo comunista un sentido de autodeterminación y su propia existencia que siempre estuvo presente.
Este hecho es fundamental porque la acción de Rusia, la Rusia gobernada por Vladímir Putin, que se caracteriza como un gobierno electo pero con tendencia autoritaria y hegemónica, supone un evidente contraste con otros sistemas y en particular con la democracia occidental.
Esta apreciación de la actual guerra como un conflicto con contenidos ideológicos que se opone a los valores de la democracia ha sido ya observada por analistas y especialistas de la política internacional, tal y como es el caso de Alvaro Gil Robles quien en un reciente estudio señala: “Lo que realmente preocupa al presidente Putin no es la ampliación de la OTAN a determinados países, porque ello pueda poner en peligro su seguridad, sino el hecho de sentirse moralmente acorralado por aquellos países que pertenecieron a la órbita soviética, hoy independientes y que han asumido los valores de las democracias occidentales”.
Atacar como lo hace Rusia a un país libre e independiente destruyendo sus vidas, sus ciudades, acabando sus comunicaciones, infraestructura, servicios, propiciando la tragedia humanitaria que implica la migración forzosa de aproximadamente 8 millones de personas, entre otros daños, coloca a el país agresor y a su gobierno al margen del orden internacional como ya se ha indicado abrumadoramente la Asamblea General de la ONU.
Esta guerra cuyas consecuencias son generales, agrava la situación del mundo actual. Sus efectos suponen un quebrantamiento del orden internacional; del orden democrático; de la independencia y soberanía de los países; estimula el surgimiento de una política de bloques; replantea la actual Guerra Fría; fortalece los intereses occidentales y el liderazgo de los Estados Unidos; afirma el poder e influencia de la OTAN; deteriora la imagen e influencia de Rusia; genera una grave crisis en materia de alimentos; estimula es incremento de los precios del petróleo y del gas, así como de otras fuentes de energía; desequilibra la economía global, crea una seria crisis humanitaria; ha estimulado una alta inflación e impulsa la recesión mundial; replantea la amenaza nuclear, entre otros males.
No cabe duda que esta guerra se debe detener por todos los gravísimos efectos que supone. Está causando consecuencias imprevisibles a la estabilidad y la paz del mundo actual y del futuro.
La negociación se hace imperiosa, así como también el establecimiento de las futuras responsabilidades. El mundo debe revalorizar ante este desastre humanitario, político, social, económico, el valor de la democracia, de la convivencia y de la paz con garantías y derechos fundamentales que se han quebrantado en esta guerra pero que se tienen que restablecer.
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Esta entrada tiene 2 comentarios
Excelente abordagem de un problema geopolítico de grande magnitud que se debe buscar solución para obtener la Paz entre as naciones.
No es posible en la sociedad actual tener este tipo de conflicto en un continente diría civilizado.
Oremos a Deus para que no tarde una solución.
Gracia Paolo por tu comentario.