José Félix Díaz Bermúdez
Mario Vargas Llosa, uno de los grandes escritores hispanoamericanos, premio Nobel de Literatura y de los principales pensadores de nuestro tiempo, ha ingresado en la Academia Francesa. Representa esta distinción uno de los reconocimientos más elevados y, en particular, para quien no ha sido un escritor en lengua francesa sino española lo cual resalta aún más su mérito intelectual y cultural.
En su reciente y celebrado discurso de incorporación destacó su relación con Francia en sus inicios y, en especial, a partir de 1959 cuando se estableció en el país. Desempeñó su labor como periodista en Paris, y desde allí comenzó a interpretar la literatura y la vida latinoamericana de otra manera y, a su vez, advirtió entre el público y los intelectuales franceses como también se difundía y valoraba la obra de escritores como Borges, Cortázar, Uslar Pietri, Onetti, Octavio y posteriormente, Gabriel García Márquez.
Mencionó Vargas Llosa en su discurso, el impacto de ese gran movimiento del cual el mismo formó parte esencial y que transformó la novelística en español y que se denominó el: “boom de la literatura latinoamericana”.
En su estancia francesa, se afanó en la lectura y el análisis de los escritores y pensadores del lugar y, en especial, Gustave Flaubert, cuya obra destacó no solamente por la importancia que representa para la literatura de Francia sino mundial calificándolo como: “… el más importante del siglo XIX europeo”.
Igualmente, su atención intelectual se dirigió a pensadores como André Malraux, a quien conoció en Paris. De la misma manera, en este significativo acto académico, reconoció el aporte de su predecesor, Michel Serres, a quien sustituyó en el sillón Nº 18.
Vargas Llosa resaltó una vez más la misión de las letras en el mundo contemporáneo; los riesgos que atraviesa la democracia y la manera como la literatura, expresión superior de la cultura y de la libertad, debe sobrevivir y confrontar a los gobiernos autoritarios que la persiguen y cercenan. Un concepto dramático pero vigente fue el que expresó en el acto sobre esa lucha inevitable y necesaria que se desarrolla: “la novela salvará la democracia o se hundirá con ella y desaparecerá”.
La literatura sometida al poder cualquiera que este sea, contradice lo que las ideas son y deben ser como expresión del pensamiento sin amarras. Denunció con autoridad y con valor también, la influencia y distorsión que pretenden ejercer los países totalitarios sobre las letras. La Literatura en su trasformador y elevado sentido no existe en esos regímenes sino -como él mismo lo señala-: “…después de haber atravesado la censura que les mutila”.
La literatura libre reivindica el pensamiento y ha defendido con valor la dignidad del hombre, los derechos de los pueblos. La esperanza, la virtud, la justicia, la educación y la cultura de los pueblos lo anticipan sus escritores. Ellos advierten, sostienen y despiertan el futuro que viene; enfrentan la realidad que se debe corregir; construyen la civilización plural que debe ser.
Vargas Llosa bien lo sabe y por ello denuncia las injusticias actuales recordando, por ejemplo, el caso de Rusia contra Ucrania indicando que: “…aquí los débiles triunfan sobre los fuertes porque la justicia de su causa es infinitamente más grande que la de estos últimos, supuestamente poderosos”.
En medio de las tribulaciones de este tiempo en el cual la democracia es amenazada, Mario Vargas Llosa nos lo dice, afirma los valores de las libertades, enaltece las democracias que nos permiten: “…soñar con otro mundo”, que se opone a falsas revoluciones y sistemas sin razón, en especial las de América Latina, donde no han sabido conducir y asegurar el progreso sostenido de nuestros pueblos y sacrifican por mantenerse sus derechos.
A partir de 1962, Mario Vargas Llosa formó parte destacada de esa generación extraordinaria de escritores que transformó la literatura en español. Entre sus obras principales se encuentran: “Los Jefes” (1959), “La Ciudad de los Perros” (1962), “La Casa Verde” (1965), “Los Cachorros” (1966), “Conversaciones en la Catedral “(1969), entre otras, y los recientes trabajos: “El Pez en el Agua” (1993); “La Verdad de las Mentiras” (1990); “Piedra de Toque” (2012).
Su novela: “La Fiesta del Chivo” (2000) y cuya escenificación para el teatro vimos en Madrid en el año 2020 dirigida por Carlos Saura e interpretada por Juan Echanove, es una vigorosa denuncia de las atrocidades de la dictadura dominicana de Rafael Leónidas Trujillo, tan similar como otras que hemos padecido en América Latina. Este texto representa una implacable condenatoria a cualquier satrapía pasada o moderna.
El laureado escritor peruano-español recibió en Caracas en el año de 1967, de la mano del inmortal don Rómulo Gallegos, el Premio Internacional de Novela que lleva el nombre del célebre e inolvidable Presidente y civilista patrio autor de: “Doña Bárbara” y de tantas otras admirables novelas.
América Latina y el mundo hispánico en general, tienen en Mario Vargas Llosa una de sus más altas figuras literarias y uno de sus ciudadanos más prominentes, que nos viene señalando las dificultades, los retos y caminos que debe seguir el mundo contemporáneo.
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