José Félix Díaz Bermúdez
Isabel Díaz Ayuso, una de las principales figuras de la política española, dirigente del Partido Popular, reelecta como presidenta de la Comunidad de Madrid, agrupación que resultó a nivel nacional en España ampliamente favorecida en las recientes elecciones municipales perdidas por el Partido Socialista y por el gobierno de Pedro Sánchez, y más aún por el partido Podemos, encabezado por Pablo Iglesias, indicó lo siguiente respondiendo a una pregunta sobre lo que creía iba a ocurrir con esta última organización: “… estoy deseando que Pablo Iglesias entre en campaña, para ayudarnos a todos, y estoy desando que vaya a los barrios humildes que dice representar, para que hable con la gente allí, y le de alguna lección, alguna “homilía bolivariana” de cómo él haría las cosas, y que la gente en la calle le cuente cómo se levanta un país”.
Este señalamiento directo, contundente, lacerante hacia quienes lo endosó, nos motiva reflexiones sobre varios asuntos: lo que significa verdaderamente ser bolivariano; lo que representa la pérdida de una elección por mandato de una sociedad democrática y la forma de dirigir y mejorar a una Nación.
Para la historia del pueblo español, para la España del pasado, para la España del presente y del futuro, para la España que fue conquistadora y luego fue independentista, para la España que es España y es América también, para ella misma en lo que es y quiere ser en el mundo, el nombre de Bolívar, su historia, su obra, su legado, dejó de ser un acto de rebeldía y de traición y representa la evolución indetenible de la historia a favor de la independencia, la libertad y la soberanía de los pueblos por ser una proeza sinigual en pos la evolución de la ideas, de la política, de la sociedad que reconoce en el Libertador un adalid, un adelantado de su tiempo que permitió mostrarnos y alcanzar lo que los pueblos deben ser.
El Libertador anticipó la igualdad y la libertad, el futuro y el destino, y quiso que las nuevas Republicas que formó llegasen a significar: “la esperanza del universo” por sus abundantes recursos y por los principios liberales que aspiró establecer en el mundo.
Observada la veracidad de ese mandato nuestra realidad contemporánea no puede ser más preocupante: perdimos la oportunidad de un avance sostenido por nuestros esfuerzos y trabajos; contrariamos los valores propuestos como necesarios; desconocimos el legado que nos hizo nacer como República independiente, soberana, libre y democrática porque ahora, por nuestro propios errores y vicios, equivocaciones y omisiones, hemos dejado de ser lo que fuimos por gobiernos indignos y sociedades débiles sin sostener el más noble precedente patriótico.
Lo que fue un mensaje de grandeza y de gloria para nuestros pueblos nacientes y que representó para la propia España, en los términos del propio Libertador: “ofrecer a los españoles una segunda patria, pero erguida, no abrumada de cadenas”, avisorando que: “…vendrán los españoles a recoger los dulces tributos de la virtud, del saber, de la industria…», se ha perdido entre la demagogia de la política, la división y la traición a los intereses de los pueblos.
Bolívar nos acusa y nos señala por nuestras propias faltas y omisiones, cuando, por ejemplo, pensando en el Areópago en Angostura exigió: “…la instrucción nacional, para que se purifique lo que se haya corrompido en la República, que acuse la ingratitud, el egoísmo, la frialdad del amor a la patria, el ocio, la negligencia de los ciudadanos…”. También Bolívar y su ejemplo nos orienta sobre la forma de triunfar como República.
Bolívar nos acusa y somos nosotros los culpables más que otros. Lo cierto es que, de haber cumplido las lecciones auténticas de un Bolívar republicano, liberal, demócrata, dedicado, responsable, ilustrado como gobernante, virtuoso como hombre, no hubiéramos caído tantas veces en nuestra existencia nacional.
No conocen ni interpretan el bolivarianismo los que usurpan su nombre y distorsionan su mensaje; no son bolivarianos los que incumplen su concepto de Estado, su sentido de República, su concepto del hombre, de la libertad y de la ciudadanía; no son bolivarianos los que roban el patrimonio público o cercenan las libertades y derechos o corrompen a los pueblos; no son bolivarianos lo que en nada honran la sagrada memoria del Libertador.
La sátira de Díaz Ayuso sobre las: “homilías bolivarianas” nos afecta por lo que hemos permitido que se degenere el mensaje de Bolívar, por lo que hemos aceptado contra los derechos de la patria, su realidad y su destino, lo cual nos obliga por elemental razón de consciencia y pundonor. rectificar y corregir el rumbo que llevamos en lo ciudadano, en lo político, en lo social, en lo económico y en lo ético, ante nosotros mismos y ante el mundo.
Necesitamos una patria que merezca ser respetada por nuestros propios actos, que deje de desacreditarse y concluya el injusto rechazo a nuestros ciudadanos por nuestra condición disminuida gracias a nuestras calamidades, egoísmos, ambiciones, errores, mientras otros avanzan y aseguran por sus actos el respeto a su gentilicio, el bienestar y su sentido como país.
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