Avanzaría Venezuela de manera significativa el día en que nos apercibiésemos de la necesidad de superar viejos vicios, graves faltas, grandes males, indebidas conductas.
Discutía con un destacado educador venezolano cómo se ha orientado la vida nacional y cómo han repercutido ciertos elementos distorsionadores en un país con riqueza abundante pero muy mal administrado.
Si no procuramos nuestro bienestar y desarrollo, si nos rindiésemos como sociedad pensante y actuante, constructiva y realizadora y sigamos siendo tolerantes, indiferentes ante el devenir negativo de las cosas, estaríamos realmente entregando más allá de nuestra soberanía, nuestra autoestima, los principios, los derechos y las posibilidades reales de una Nación.
Tenemos que enfrentar y corregir todo aquello que nos ha perjudicado y nos ha impedido nuestro crecimiento humano, político, económico, social y cultural.
Nunca dejaré de repetir la promesa incumplida que se nos hizo que para el 2021 Venezuela iba a ser el país más desarrollado de América Latina. Hoy no lo somos.
Nuestras cifras de crecimiento y bienestar son negativas y nos sigue Argentina, por cierto, a tenor de lo indicado por el analista Raúl Timerman según declaraciones recientes para un importante medio alemán y que ha sido reseñadas en News Fórum España: https://newsforumcommunications.com.es/que-pasara-en-argentina/.
Para nuestra desgracia, América Latina tiene serios problemas comunes: el desgobierno; la perdida de equilibrio y fortaleza institucional; el deterioro del Estado, el desprestigio de la clase política; la debilidad de las organizaciones sociales, la pobreza, la inseguridad entre muchos otros asuntos.
Nuestro sentido y compromiso de ciudadanía, la falta de educación social, nuestro continuo desconocimiento e incumplimiento de la ley y, en general, anula nuestra acción coherente como país frente a otros y ante nosotros mismos. No seremos creíbles, no seremos viables de seguir en esa forma.
No podemos conformarnos con el hecho de que existen otros pueblos con problemas parecidos, debemos apuntar a ser mejores y superarlos. No podemos escudarnos en que muchas de las Naciones desarrolladas hoy tuvieron un pasado colonial y que se aprovecharon de nuestros recursos. Si bien ello ocurrió, cuando nosotros mismos sin embargo hemos dispuesto todo y nos hemos supuestamente gobernado no supimos administrar y cumplir nuestras obligaciones nacionales.
Los modelos históricos, los modelos ciudadanos que nos enorgullecen han sido de hecho desconocidos y apartados por la praxis de la indiferencia y la complicidad. La impotencia se generaliza ante una ausencia creciente ejemplos constructivos, correctores, edificantes para el país.
Avanzaría Venezuela de manera significativa el día en que nos apercibiésemos de la necesidad de superar viejos vicios, graves faltas, grandes males, indebidas conductas.
No podemos complacernos con la expresión: “así somos”, “a la venezolana” y menos avalar la: “viveza criolla” como forma justificativa de un comportamiento cada vez más cuestionable.
Hemos transitado momentos muy difíciles en nuestra historia y nos orientan antivalores: La corrupción se acepta, no se sanciona, se exhibe con descaro, se premia inclusive. El desorden de la administración es general; la presencia de organizaciones paralelas inadmisible; la desatención al ciudadano es común; la carencia de una conducta social acorde a lo que es y debe ser un país serio, organizado, decente, con principios aceptados y defendidos, útiles y convenientes para todos son aspectos que debemos enfrentar y superar.
Un país requiere modelaje y ejemplos desde los más altos niveles y cuando estos faltan debe ser la misma sociedad que los exija, que los reclame, que los imponga como consecuencia de la actitud y manifestación firme y sostenida de una auténtica opinión pública.
Nuestro país ha tenido una gran ruptura moral en diversos momentos de su historia. Es precisamente la tarea de señalarlo, evaluarlo, identificarlo, corregirlo para alcanzar con un liderazgo responsable desde todos los ámbitos la reconstrucción de Venezuela.
Debemos salvar a Venezuela para nuestro bien en general y a favor de las nuevas generaciones que no deben salir para siempre del país sino encontrar en el nuestro los recursos, las posibilidades y realidades para una vida digna y próspera, con aprecio a nuestra identidad, con educación, con trabajo, con ejemplos y objetivos de ciudadanía que es en definitiva lo que distingue a un país con verdadera capacidad, logros y perspectivas de futuro.
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La triste realidad de nuestro país. Que la nueva generación resurja y que hombres y mujeres de bien puedan enrumbar y vuelva a ser un país creciente y con muchas perspectivas de éxito y unión.