Una democracia garantista debe evitar la guerra nuclear; la irracionalidad la fomenta; las sociedades libres la deben impedir.
Nunca como hasta ahora, en este tiempo difícil para la humanidad, luego de haber comprobado el mundo el horror que representan las armas atómicas, la posibilidad de una guerra nuclear, vuelve otra vez a amenazarlos, y es Rusia quien lo hace, con emplear su poderío destructor para iniciar, sin duda alguna, el holocausto final.
En enero de 1950, cuando el presidente Truman se refirió a la confrontación entre el comunismo y la democracia que en ese entonces escenificaba el enfrentamiento que supuso en distintos frentes la Guerra Fría, advirtió como en América Latina habían aumentado los regímenes militares y retrocedido la democracia, destacando la caída de estos gobiernos en Perú, Venezuela, Paraguay y Panamá. En su expresión, el sostenimiento de la democracia implicaba: “más que un reto militar…, un reto a la honestidad de nuestra profesión de fe democrática; es un reto a la eficiencia y estabilidad de nuestro sistema económico y un reto a nuestra disposición a trabajar con otros pueblos para la prosperidad y la paz mundial”.
En tal momento que delineaba con acierto cómo la democracia entonces debía ser efectiva y alcanzar la prosperidad de todos, sin lo cual peligran los derechos y las libertades generales, Rusia comunista había realizado una segunda prueba atómica. Las posibilidades de una guerra se hacía presente y era vista por científicos de Gran Bretaña, de haberse atacado a Europa Occidental, como: …”el derrumbe de la civilización en esa zona”.
Se había informado que luego de los Estados Unidos, Rusia había tenido éxito en 1949 en materia de producción de las bombas atómicas, y que entonces se avecinaba la terrible posibilidad de utilizarla una potencia contra otra en los territorios de ambas o de otros países que estuviesen en la órbita de sus respetivos intereses.
Esa amenaza que entonces se verificaba y que, además, suponía volver a vivir el horror que implicaron las bombas lanzadas por los Estados Unidos contra Japón en Hiroshima y Nagasaki, estaba latente en virtud de la irracionalidad de los países y de los gobiernos capaces de iniciar semejante catástrofe.
No obstante ello durante el siglo XX ambos bloques lograron establecer acuerdos trascendentes para el control y contención del uso de las bombas atómicas en los conflictos que surgieran. Los intereses belicistas no llegarían a ese extremo.
Hoy nuevamente como bien lo ha advertido Antonio Gutiérrez, Secretario General de la ONU, el mundo como entonces, no había estado tan cerca de semejante crimen.
Una democracia garantista debe evitar la guerra nuclear; la irracionalidad la fomenta; las sociedades libres la deben impedir.
Esta entrada tiene 4 comentarios
De nuevo el temor y horror de una posible guerra nuclear.
Esperemos que solo sea una fanfarronada
Países democráticos del mundo hacer un solo bloque , de ser posible militar y obligar a Rusia para que desista de tan absurda idea de poner en peligro a los habitantes de nuestro planeta, Dar un ejemplo práctico a otros gobernantes con aires de grandeza y de dominio mundial.
Gracias por tu comentario Rafael. Las democracias deben unirse y expresar una posición común ante los problemas mundiales y hacer frente a las posturas de los enemigos de las libertades
Estimado José Félix , parabéns pelo excelente artigo que aborda a importância da democracia e a responsabilidade dos governantes na luta contra uma possível tragédia nuclear , inaceitável para à humanidade e o planeta . Até o momento, 191 países membros da ONU aderiram ao Tratado de Não-Proliferação de armas nucleares. Em vigor desde 1970, Segundo a ONU , o tratado ainda encontra entraves na sua total implementação. Atenciosamente, Liane