Ni el discurso ni los compromisos de Lula asumidos frente al pueblo brasileño y sus distintos sectores empresariales, académicos, laborales y sociales, en general, puede ser entendido como un mensaje de izquierda radical sino de centro democrático.
José Félix Díaz Bermúdez, El Universal, 06/11/2022
El reciente triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones presidenciales en Brasil con un estrecho resultado que significa la marcada división en el país ante dos tendencias distintas, supone la consideración de las causas, los retos y las perspectivas que debe asumir el nuevo Presidente y su país en lo interno y en lo externo para asegurar el éxito de su próximo gobierno y la unidad nacional.
Ni el discurso ni los compromisos de Lula asumidos frente al pueblo brasileño y sus distintos sectores empresariales, académicos, laborales y sociales, en general, puede ser entendido como un mensaje de izquierda radical sino de centro democrático. Este hecho ha favorecido ampliamente sus aspiraciones electorales al haber atraído el apoyo numerosos grupos de la población. Es además el único mecanismo para recomponer los equilibrios en la Nación.
Tal consideración es relevante ante el hecho cierto de que en sus gobiernos anteriores se impulsó el crecimiento de Brasil, continuando la exitosa gestión del gobierno de Fernando Henrique Cardoso que influyó positivamente en la economía, los negocios y las alianzas internacionales comerciales de Brasil con el mundo más allá de las ideologías.
El cuestionamiento que en muchos países se ha realizado a candidatos de izquierda con respecto a la existencia de gobiernos con tendencia radicales enemigos de la propiedad privada, favorecedores de un Estado intervencionista y del control indebido sobre la sociedad, no ha sido en esta elección un argumento particularmente dirigido a Lula sino a Jail Bolsonaro como candidato de derecha y presidente.
En concordancia con ese señalamiento, la reconocida empresaria Patricia Villela Marino, quien respaldó a Lula, hizo pública las razones de su posición indicando que el mismo era, a su juicio: “el último bastión de defensa de la democracia en Brasil”.
Defensora de la pluralidad, del Estado de Derecho, de la libertad, del diálogo, y habiendo manifestado su rechazo a los procesos que tienden a: “…controlar la Corte Suprema, aumentar el número de jueces, corromper el Congreso con maniobras…, y equipar a las fuerzas policiales a través de sus contactos con el hampa de las milicias”, indicó que: “La tan temida “venezuelización” de Brasil, está llegando al país por la extrema derecha que nos gobierna actualmente…” en alusión a Bolsonaro.
Políticamente, el objetivo de Lula no es incendiar revolucionariamente a América Latina sino fortalecer a Brasil en el escenario mundial mediante una política exterior activa; defender al Estado Democrático ante las amenazas de su predecesor; reforzar la relación con América Latina y Africa sin olvidar desde luego a Estados Unidos, China y Europa y el avance e importancia de los compromisos ya contraídos y las perspectivas de expansión y cooperación que ya se vislumbran en materia de comercio y medio ambiente, entre otras.
Entendiendo la expresión de la voluntad popular y las corrientes evidenciadas en esta elección, los riesgos y peligros que la democracia confronta en América Latina y en Brasil, el nuevo presidente se compromete a: “gobernar para 215 millones de brasileños”; “Sin pretensiones de exageración, intervención, control, cooptación, sino buscando reconstruir la convivencia armónica y republicana entre los tres Poderes”.
Por otra parte, ha expresado igualmente que su triunfo: “Es la victoria de un inmenso movimiento democrático que se formó, por encima de partidos políticos, intereses personales e ideologías, para que la democracia salga ganadora”.
De la misma manera, Lula ha anunciado su colaboración y entendimiento con gobernadores y alcaldes de cualquier otra tendencia a fin de ejecutar programas a favor de la población.
Respetar lo indicado es lo que establecerá la diferencia entre un país en altos niveles de progreso, desarrollo y participación para todos y, al contrario, con un país con bajos índices sociales, mermada economía, excluyente en términos políticos, incapaz de generar verdadero y sostenido bienestar general.
Lula sabe que como gobernante experimentado que no puede y debe comprometer el futuro político, económico, financiero y social de Brasil que es el país con más alto perfil de América Latina y uno de los principales del mundo.
jfd599@diazj
Esta entrada tiene 2 comentarios
Excelente articulo sin desperdicio
Muchas gracias.