El orden que establecieron en Europa está a punto de fracturarse nuevamente como consecuencia de la guerra entre Rusia y Ucrania.
El mundo civilizado, el mundo del derecho, el mundo de la convivencia, de la libertad y de la paz ha celebrado en Europa, en nuestra Europa, en la Europa de todos, en la Europa que es parte de América también y nosotros de ella por su historia, cultura, identidad social, España muy especialmente, el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Fue la última guerra- y debe serlo- dolorosa y terrible en la cual la ambición de un liderazgo autoritario y criminal, reivindicador de apetencias imperiales, de supremacía de una raza, de intolerancia hacia los otros, impuso su doctrina valiéndose de los graves problemas que Alemania sufrió luego de la Gran Guerra en la que fue derrotada.
Los Nazis y su líder Adolfo Hitler estimulados por su propia interpretación de la historia, la situación económica y social del país, avivando resentimientos y movimientos racistas y nacionalistas, asumieron el poder, destruyeron las instituciones alemanas, formaron la dictadura, propiciaron la guerra invadiendo países, traspasando los límites de la política interna y externa establecida y alterando la paz mundial.
El 08 de mayo de 1945 se produjo la rendición incondicional de los alemanes y la victoria aliada que abrió las puertas de un nuevo planteamiento internacional; se realizaron los Juicios de Núremberg (noviembre de 1945 hasta octubre de 1946) contra los jerarcas del nazismo; se inició la reconstrucción de Alemania y el surgimiento del orden mundial que dividido entre el bloques el soviético marxista y el bloque democrático capitalista, dieron lugar a enfrentamientos ideológicos, políticos, militares e intereses estratégicos distintos escenificados a través de la llamada Guerra Fría en un mundo bipolar ante el cual se alinearon los países.
Nosotros en ese contexto formamos parte del bloque democrático que encabezaron los Estados Unidos, vencedores en la guerra y la primera potencia del mundo, parte de nuestro mismo continente. De la misma manera, ejercimos una influencia destacada en la integración y unidad del Tercer Mundo con una clara postura de compromiso y liderazgo democrático regional.
En esa contienda entre dos bloques el mundo capitalista triunfó, el soviético se disolvió y surgieron países con su propia autonomía, soberanía y mayoritariamente democráticos.
El orden que establecieron en Europa está a punto de fracturarse nuevamente como consecuencia de la guerra entre Rusia y Ucrania.
Hace pocos días en el contexto de las celebraciones del fin de la Segunda Guerra Mundial, Frank-Walter Steinmeier, Presidente de Alemania, ha indicado que: “el sueño de una casa común europea ha fracasado” responsabilizando de ello al actual gobierno ruso ya que en su concepto Vladimir Putin: “está destruyendo así finalmente la base del orden de paz europeo tal y como lo constituimos tras la Segunda Guerra Mundial”.
Este contexto implica para la Europa democrática un cambio en la estrategia internacional, política, económica, comercial, militar y energética; la búsqueda de otras alternativas al gas de Rusia; el reforzamiento de la unidad europea; el afianzamiento de la OTAN y la alianza con otros países.
Expresó igualmente el Presidente alemán: “También nosotros contribuimos a la liberación” en proceso interno del país en el cual confrontaron sus errores, asumieron sus responsabilidades, restablecieron relaciones constructivas con el mundo observando a diferencia del pasado: “un patriotismo ilustrado y democrático” que les ha permitido reunificarse y ser la principal potencia de Europa y transformarse en uno de los países más desarrollados del planeta.
Se hace necesario como bien expresa Steinmeier acabar con: “la tentación de un nuevo nacionalismo; de la fascinación de lo autoritario; de la desconfianza, el aislamiento y la hostilidad entre naciones; del odio y de la instigación al odio, de la xenofobia y el menosprecio de la democracia”.
La unidad de Europa y el fortalecimiento de las libertades ahora más que nunca son un reto y una necesidad en un mundo que se replantea como consecuencia de este conflicto y de otros, que debe detener los efectos negativos del nacionalismo; respetar la vida y los derechos humanos y, en particular, de los civiles amenazados y víctimas de esta guerra; establecer como prioridad un efectivo compromiso con la democracia, el derecho y con la paz del mundo.