¿Qué crees tú que pasará? Esa es la pregunta que, con cierta frecuencia, seguramente te hacen familiares y amigos, en tu vida cotidiana. Resulta que, llegada la fecha del evento que generaba la incertidumbre, tu respuesta pasará a ser un futuro pasado. Para aproximarnos racionalmente a nuestro futuro posible, individual y colectivamente, es indispensable tomar en consideración el concepto de tiempo histórico y, en consecuencia, lograr desarrollar una conciencia histórica. Aunque los fundamentos de esta manera de pensar tienen sus comienzos en el siglo XVIII, no es sino hasta finales del siglo pasado cuando se consolidan académicamente (Koselleck, 2004).
La historia se mueve hacia adelante y los cambios en la sociedad determinan el tiempo histórico, en el cual una pluralidad de tiempos coexiste de manera dinámica y la diferencia temporal entre experiencia y expectativa se reduce a un concepto único: Progreso (ibid.: 268). El presente es el pasado en evolución (es decir, el espacio de la experiencia), al mismo tiempo que simboliza un horizonte de expectativas (es decir, el futuro en el presente). El futuro posible se construye mentalmente, proyectando condiciones reales, existentes en el presente. Como vemos, el tema del tiempo histórico no es sencillo. Además, existen muchos otros tipos de tiempo: cronológico, biológico, psicológico y social, principalmente. Para nosotros, este último es de esencial interés.
Para Durkheim (1858-1917), la vida social lleva un ritmo (tiempo social) y las sociedades ocupan un espacio social, en el cual funcionan de manera organizada. En la actualidad, muchos autores concuerdan en que “el tiempo debiera ser un aspecto central y no subsidiario de la teoría social” (Cristiano, 2020: 41). Así opinan, por ejemplo, Luhmann y Giddens. Por eso es tan importante considerar al tiempo en el análisis de la realidad social, como una variable dependiente de otros fenómenos sociales, como sugiere la sociología del tiempo, propuesta por Durkheim. En otras palabras, decimos que “el tiempo es social porque está socialmente condicionado” (ibid..: 39).
“El concepto de tiempo social, como lo conocemos hoy en día, apareció en 1937 cuando Pitirim A. Sorokin y Robert K. Merton publicaron un artículo titulado: Social Time: A Methodological and Functional Analysis” (Šubrt, 2021: 116). Aunque considerado clave, en el análisis de la realidad social, por un importante número de prominentes sociólogos, el tiempo social sigue siendo un concepto cuya definición no goza del consenso de la comunidad científica. Por otra parte, como herramienta metodológica, pensamos que queda mucho por hacer, preferiblemente a través de la investigación empírica y haciendo uso de plataformas tecnológicas como la Tecnología SAI.
En la literatura científica, también hay clasificaciones que consideran el tiempo social a niveles macrosociológico y microsocioógico (ibid.: 82). En el primer caso, podemos ubicar a las teorÃas funcionalistas de Merton; mientras que, en el otro, a los fenómenos sociales estudiados por el Interaccionismo Simbólico (p.ej., Goffman). La misma distinción que hace Durkheim, entre los tipos de solidaridad que caracterizan a las sociedades y a sus tiempos históricos (es decir, una solidaridad mecánica, en el caso de comunidades tradicionales, y una orgánica, en el caso de sociedades modernas), es otro ejemplo en el cual se incorpora al tiempo social en el análisis.
Referencias:
Cristiano, J. (2020). ¿Qué tiempo? ¿Qué sociedad? La idea de tiempo social.
Koselleck, R. (2004). Futures past: On the semantics of historical time. Translated and with an Introduction by Keith Tribe.
Å ubrt, J. (2021). The sociology of time: A critical overview.
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