En Latinoamérica el comercio electrónico conocido como e-commerce ya existía, sin embargo, se mantenía muy ajeno a los consumidores tradicionales y a aquellos que no simpatizan por las vitrinas virtuales a través de sus páginas web y de las aplicaciones (App) de las grandes empresas y marcas de comercio electrónico mundial que no hace falta mencionar. Sin obviar que existe un grupo que le preocupa la seguridad de sus datos personales y de tarjetas de crédito. Comprar y hacer pedidos por internet o a través de una App desde un dispositivo móvil es una práctica que hasta hace poco se veía como un privilegio o un capricho, ahora en el nuevo contexto de este 2.020 finalmente una parte importante de la población latina estamos de acuerdo en algo: comprar y recibir el paquete en la puerta de la casa es una necesidad familiar y hasta de supervivencia.
Yo les confieso que siendo un joven X (generación frontera con los old Millenials), disfruto las dos maneras de comprar, sin embargo, para ciertos productos y servicios prefiero verlos con mis propios ojos y verificar la calidad, aunque estoy claro que si lo hago por internet y no me gusta lo puedo devolver o suspender y recuperar el dinero. Pero la devolución es una experiencia muy desagradable, y más aún cuando el producto lo quiero disfrutar o consumir de inmediato. Por otro lado, me llena de satisfacción cuando llega a mi casa dos o tres paquetes por semana de compras por Internet, es una maravilla!.
En esta nueva normalidad, se han establecidos nuevos hábitos de consumo en donde el e-commerce se ha visto claramente fortalecido con un crecimiento estimado de un 30% y para el cierre del año se estima un 50% siendo conservadores.
Si la crisis sanitaria continúa, las tiendas físicas tendrán que replantearse usando los recursos que poseen actualmente: experiencia, infraestructura y logística